Paseaban por un camino en la montaña junto a la ciudad hacia una fuente para descansar, cuando unos perros les cerraron el camino ladrando con furia. El joven seguidor tuvo miedo y sugirió hacer marcha atrás. El Anacoreta rió y dijo:
- Aquí sucede como en la vida. Si nos detenemos cuando nos ladran los perros, nunca llegaremos al final del camino.
Y siguieron andando hasta la fuente...
No hay comentarios:
Publicar un comentario