Aquel hombre dijo al Anacoreta:
- Para qué leer tanto el Evangelio. Siempre dice lo mismo.
El anciano pegó un respingo; luego sonrió y dijo:
- Precisamente, cuando leemos el Evangelio meditándolo, cada vez nos dice algo distinto. No porque el libro cambie, sino porque nuestras circunstancias cambian.
Se detuvo unos instantes y prosiguió:
- No se trata de interpretarlo a nuestra conveniencia; de buscar excusas a nuestro comportamiento. Si lo leemos intentando buscar la Verdad, la respuesta a nuestras preguntas, encontraremos en él la luz que nos ayudará a crecer y a seguir adelante.
Miró a aquel hombre y concluyó:
- El Evangelio no es una biografía, ni una novela. Es la reflexión de la primera comunidad cristiana sobre las palabra y los hechos de Jesús que habían llegado hasta ellos. Esa reflexión, debemos continuarla en nuestras circunstancias actuales.
Si que hay que reflexionarlo y a veces a mi hay cosas que me cuesta comprender..
ResponderEliminarUna abraçada, Montserrat