El Anacoreta y su joven seguidor comentaban el evangelio del domingo. El anciano dijo:
- Los apóstoles le pidieron a Jesús que les aumentara la Fe y les respondió, que si tenían una fe pequeña como un grano de mostaza serían capaces de hacer cosas extraordinarias.
El joven seguidor lo miró con cara de extrañeza y repuso.
- Pero ese no era el evangelio de ayer.
Rió el Anacoreta y contestó.
- ¡Claro que sí! Los apóstoles valoraban la Fe por su tamaño, y puede ocurrirnos que nuestra Fe sea tan grande por las adherencias que posee, y, sin embargo, volverse inoperante. ¿Acaso Dios no se revela siempre en este mundo como pequeño, débil y necio? En el evangelio de ayer, se nos presentaba precisamente esa Fe implícita, anónima. La de los que se dedican a los demás, la de los que dan de comer, de beber, curan, visten...Aunque te escandalice, esa Fe pequeña como un grano de mostaza, es la Fe de los sin Fe, pero que dan su vida por los demás y saben luchar por la justicia.
Bon día Joan Josep.
ResponderEliminarHay tantas gentes de buena Fe, que se dedican al prójimo y están en el anonimato porque no quieren protagonismo.
Feliç setmana.Una abraçada, Montserrat
Ben cert. Quan l'experiència de viure t'ha alliberat de les carcasses incrustades als primers ensenyaments, desapareixen molts prejudicis: veus la realitat del món i trobes més germans que déus.
ResponderEliminarUna abraçada, Joan Josep.