La pobreza que es una virtud no es la falta de recursos. Eso es una desgracia. La pobreza que nos acerca a Jesús es la de nuestra debilidad, la de nuestra dependencia. Nosotros nos creemos seguros, poseedores de la verdad, superiores a los demás. No queremos sentirnos pobres. Pero todos, en un momento u otro, nos sentimos necesitados. Notamos que solos no podemos hacer nada. Es entonces cuando se puede manifestar Dios. Nuestro orgullo se rebela ante nuestra pobreza, pero es en esos momentos cuando la Palabra penetra en nosotros. Es entonces, cuando vacíos de nosotros mismos, nos podemos llenar de los demás. Como escribió san Pablo a los Corintios, "cuando soy débil, es entonces cuando soy fuerte".
La verdadera pobreza es la de saberse en los brazos de Dios como un niño. La verdadera pobreza es saber que solos no podemos nada, que necesitamos siempre de los demás. Entonces comprenderemos que los demás también nos necesitan y que a Dios lo encontramos en el otro.
Qué verdad tan grande. Podemos no tener y ser tan ricos...
ResponderEliminarEl Señor nos conceda la verdadera pobreza esa de quien vive siempre colgado de Él.
Un saludo en Cristo.