domingo, 26 de abril de 2015

CONOCERSE


"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja solamente por el salario, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor ni son suyas las ovejas. Entonces el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es el salario, no las ovejas.
Yo soy el buen pastor. Como mi Padre me conoce y yo conozco a mi Padre, así conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Yo doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Ellas me obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho de darla y de volverla a recibir. Esto es lo que me ordenó mi Padre."

Jesús nos pone hoy el ejemplo del buen pastor y las ovejas. Él se declara Buen Pastor. Con ello nos dice que nos conoce uno a uno, que nos ama uno a uno, que da su vida por nosotros uno a uno.
A nosotros no nos gusta ser ovejas. Y es que no se trata de comportarse como borregos, sino de considerarnos frágiles e indefensos, como una oveja frente al lobo.
Nosotros, si queremos ser discípulos de Jesús, también debemos ser buenos pastores. Para ello, tenemos que empezar por conocer al Padre como Él nos conoce. Y, luego, debemos conocer a los demás. Vivimos en una sociedad en la que nos ignoramos. Nos cruzamos con cientos de personas por la calle, viajamos con ellas en el metro o en el autobús, y no sabemos quienes son. No nos gusta la imagen de ser ovejas de rebaño, y sin embargo seguimos como borregos los dictados de la moda, lo que nos dice la tele, lo que nos pide el político de turno. Pero lo más grave es, que quizá tampoco conozco a los más cercanos: a mis hijos, a mis padres, a mi pareja, a mis compañeros de trabajo, a mis hermanos de comunidad. Quizá necesitan nuestro calor, nuestra mano, un abrazo...y no nos damos cuenta, porque no los conocemos; porque no nos tomamos el tiempo de conocerlos.
También el Buen Pastor da su vida por sus ovejas. Nosotros debemos dar la vida por los demás. Luchar por hacer de este mundo, un mundo mejor: el Reino. Teniendo claro que aquellos que no piensan como yo, quizá están luchando por lo mismo que yo y que un día perteneceremos al mismo rebaño, el único rebaño; porque Jesús dio su vida por todos. Y el Padre nos espera con los brazos abiertos a todos.    




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