Se levantaron y se dirigieron hacia su casa. El Anacoreta dijo:
- Es cierto que la Fe se basa en una experiencia personal. Pero para mantenerla viva necesita la comunidad. Es arriesgado emprender la aventura de la Fe en solitario. La Fe es personal, pero se vive en Comunidad. Es allí que se refuerza con la oración y la reflexión común.
Reflexionó unos momentos y prosiguió:
- Nuestra sociedad está intercomunicada como nunca por la red. Se hacen constantemente reuniones. Pero nunca el hombre había estado tan solo.
Suspiró y luego concluyó:
- Se necesitan Comunidades de Fe para compartir la vida, los problemas, las dudas. Comunidades que nos ayuden a ser solidarios. Comunidades en las que descubramos que la Fe no es creer unas ideas o unos dogmas, sino creer en un Dios que nos cambia la vida. Un Dios que, a parte de en nuestro interior, se encuentra en los demás y que nos pide que le amemos en los demás. Entonces creer es algo apasionante. Es vivir de nuevo con total profundidad.
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