La verdadera espiritualidad tiene dos dimensiones:
- Una dimensión mística que nos abre al Absoluto, al Trascendente. Es la vía del silencio, la soledad y la contemplación.
- Una dimensión ética que nos abre al otro, que nos obliga a salir de nosotros mismos, a ir al encuentro del otro. Es la vía del amor y la solidaridad.
Aunque tengamos más tendencia a una u a otra, ambas son inseparables; al menos, para la espiritualidad cristiana. Ni el contemplativo puede olvidar al otro, ni el que entrega su vida a los demás puede olvidar la contemplación. Es el Amor a Dios y al Prójimo que nos pide Jesús.
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