Se sentaron en un banco y el Anacoreta prosiguió:
- La verdadera Fe no cierra los ojos de la razón. Creer no es encerrase en unas ideas, sino mirar con los ojos bien abiertos, hacia fuera, hacia el universo, hacia las cosas, hacia los acontecimientos...
Miró a los ojos del joven seguidor y añadió:
- Si nuestra fe no es auténtica fe, caemos en la superstición y la ilusión. Y desgraciadamente esto sucede demasiadas veces. La verdadera Fe surge de la contemplación de la realidad. Nos invita al auténtico uso de la razón. Surge de la contemplación de la realidad.
Señor, realmente viva en una autentica contemplación, descubriendo tu presencia en cada paso del camino, aumenta mi fe, gracias.
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