Nos excusamos de que no meditamos diciendo que no tenemos tiempo, de que no tenemos un lugar tranquilo para hacerlo. Pero en realidad, meditar no es algo tan complicado que exija métodos, posturas, lugares. Meditar es simplemente abrir nuestro corazón a Dios. Thomas Merton nos lo dice en este sencillo texto:
"Aprendamos a meditar sobre el papel. El dibujo y la escritura son formas de meditación.
Aprendamos a contemplar las obras de arte.
Aprendamos a orar en las calles o en el campo.
Sepamos meditar no sólo cuando tenemos un libro en las manos, sino también mientras estamos esperando el autobús o viajamos en tren.
Sobre todo, entremos en la liturgia de la Iglesia y hagamos que el ciclo litúrgico pase a formar parte de nuestra vida, dejando que su ritmo penetre en nuestro cuerpo y en nuestra alma."
Ahora estamos en Pascua, y, precisamente, todo a nuestro alrededor nos habla de resurrección. Sólo hay que saber mirar...
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