miércoles, 26 de abril de 2017

SAL Y LUZ


"Jesús dijo:
- Vosotros sois la sal de este mundo. Pero si la sal deja de ser salada, ¿cómo seguirá salando? Ya no sirve para nada, así que se la arroja a la calle y la gente la pisotea.
Vosotros sois la luz de este mundo. Una ciudad situada en lo alto de un monte no puede ocultarse; y una lámpara no se enciende para taparla con alguna vasija, sino que se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo."

Jesús no quiere la tibieza ni la oscuridad. La misión del discípulo es dar gusto e iluminar. Una Iglesia que no sabe dar vida a la sociedad no es de Jesús. Como nos dice el Papa Francisco con su gracejo argentino: "hemos de armar lío".
No podemos casarnos con el poder y mirar hacia otro lado ante las injusticias. No podemos sembrar confusión, sino iluminar a la sociedad. No podemos transmitir la Buena Nueva con amargura, tristeza o rutina.
Debemos preguntarnos, hasta qué punto el alejamiento de la gente de Dios, no es culpa de nuestra tibieza y falta de iluminación.
Ser sal y luz. Esta ha de ser nuestra misión.

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