"Pero Jesús se dirigió al monte de los Olivos,
y al día siguiente, al amanecer, volvió al templo. La gente se le acercó, y él, sentándose, comenzó a enseñarles.
Los maestros de la ley y los fariseos llevaron
entonces a una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La
pusieron en medio de todos los presentes
y dijeron a Jesús:
– Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio.
En nuestra ley, Moisés ordena matar a pedradas a esta clase de mujeres.Y tú, ¿qué dices?
Preguntaron esto para ponerle a prueba y tener algo de qué acusarle, pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en la tierra con el dedo.
Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les respondió:
– El que de vosotros esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.
Volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra.
Al oir esto, uno tras otro fueron saliendo,
empezando por los más viejos. Cuando Jesús se encontró solo con la
mujer, que se había quedado allí,
se enderezó y le preguntó:
– Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
Contestó ella:
– Ninguno, Señor.
Jesús le dijo:
– Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar."
Los judíos pretendían tender una trampa a Jesús. Le presentan a una adúltera y le citan, manipulada, pues allí se dice que han de morir los dos, la ley de Moisés.
¿Qué escribió Jesús en el suelo? Nunca lo sabremos. Pero cuando les dijo que el que estuviese libre de culpa lanzase la primera piedra, uno a uno, se fueron marchando. Curiosamente empezando por los más viejos, que habían pecado más.
Encontramos una vez más a un Jesús en el que la misericordia y el perdón pasan por encima de todo; y a un Jesús, que contrariamente a lo que sucedía en su tiempo, defiende y se pone de parte de la mujer.
Lo que debemos tener claro es que la Iglesia debe ser una Iglesia de perdón, de misericordia, de acogida. Y que no debemos juzgar a nadie, por más evidente que sea el mal que haya hecho; porque nosotros no estamos libres de culpa y somos los primeros que necesitamos perdón.
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lunes, 3 de abril de 2017
UN DIOS DE MISERICORDIA
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Necessitem el teu perdó, la teva mà misericorde, Senyor Jesús. Gràcies
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