lunes, 10 de diciembre de 2018

EL PERDÓN NOS HACE CAMINAR


"Un día estaba Jesús enseñando, y se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. El poder de Dios se manifestaba en Jesús cuando curaba a los enfermos. En esto llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Querían meterlo en la casa y ponerlo delante de Jesús, pero no encontraban por dónde entrar porque había mucha gente; así que subieron al techo, y haciendo un hueco entre las tejas bajaron al enfermo en la camilla, allí en medio de todos, delante de Jesús. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo:
– Amigo, tus pecados quedan perdonados.
Entonces los maestros de la ley y los fariseos comenzaron a pensar: “¿Quién es este, que se atreve a decir palabras ofensivas contra Dios? Tan sólo Dios puede perdonar pecados.” 
Pero Jesús, dándose cuenta de lo que estaban pensando, les preguntó:
– ¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’ o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico:
– A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

Al momento, el paralítico se levantó delante de todos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios. Todos se quedaron asombrados y alabaron a Dios, y llenos de miedo dijeron:
– Hoy hemos visto cosas maravillosas." 

El pecado, el mal, el egoísmo...es lo que verdaderamente nos paraliza. Por eso Jesús empieza por perdonar los pecados. Los maestros de la ley y los fariseos no tenían la fe del paralítico y los acompañantes, que son capaces de agujerear el techo para bajarlo ante Jesús. Porque la Fe no es saber muchas cosas ni hacer muchas ceremonias. La Fe es confiar totalmente en Jesús.
"Definitivamente adviento es alegría. Las lecturas leídas lo confirman. Dios viene a salvar y cuando se percibe esa salvación indudablemente el corazón salta de entusiasmo. A través de figuras simbólicas contrapuestas el Profeta comunica la cercanía de la salvación de Dios. Pero no todos están dispuestos a dejarse contagiar del mensaje salvífico-liberador del evangelio de Jesús. No faltan los que murmuran y descalifican a quienes hacen el bien. Cuantas parálisis tenemos en el corazón. Jesús siempre tiene una palabra de vida que devuelve la salud y dignifica a la persona humana. Y el perdón y la curación están íntimamente ligados. El perdón restituye el amor y la comunión con Dios y los hermanos. La curación sana las heridas causadas por el egoísmo y la codicia que deja llagas profundas. Pero siempre hay la posibilidad de levantarse y ponerse en camino aún llevando sobre sí su camilla, es decir, su historia personal. Nosotros tenemos la misión de continuar la obra iniciada por Jesús: perdonar, reconciliar, sanar, dignificar a muchas personas y comunidades heridas. ¿Cómo contribuyes a la sanación personal y comunitaria?" (Koinonía)

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