Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirle; pero María se quedó en la casa. Marta dijo a Jesús: – Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero aun ahora yo sé que Dios te dará cuanto le pidas. Jesús le contestó: – Tu hermano volverá a vivir. Marta le dijo: – Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último. Jesús le dijo entonces: – Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y ninguno que esté vivo y crea en mí morirá jamás. ¿Crees esto? Ella le dijo: – Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Hoy, día de santa Marta, el Papa Francisco ha querido que recordemos también a sus hermanos, María y Lázaro. Dejamos por un momento el evangelio de San Mateo, para ver en el de Juan este fragmento de la resurrección de Lázaro. Marta confía plenamente en Jesús; y María, aunque no salga aquí también. Los tres fueron grandes amigos de Jesús y su casa fue uno de los lugares donde Jesús se refugiaba en busca de tranquilidad. ¿Nuestro interior está lleno de la suficiente paz para que Jesús se refugie en él? Nuestra vida activa no debe impedir esos momentos de meditación, de contemplación, de paz profunda en nuestro corazón. Así podemos estar seguros de que Él está en nuestro interior y nos da fuerzas, nos da la Vida, como se la dio a Lázaro. |
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