domingo, 24 de noviembre de 2024

UN REI DIFERENTE




 Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:
– ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Jesús le dijo:
– ¿Eso lo preguntas tú de tu propia cuenta o porque otros te lo han dicho de mí?
Le contestó Pilato:
– ¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús le contestó:
– Mi reino no es de este mundo. Si lo fuese, mis servidores habrían luchado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Le preguntó entonces Pilato:
–¿Así que tú eres rey?
Jesús le contestó:
– Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan.

Jesús es un Rey muy distinto de lo que hoy entendemos como Rey. Si leemos bien los Evangelios, veremos que Jesús siempre sirve, elogia a los servidores y nos invita a servir. Su reinado es el de entregarse hasta dar su vida por nosotros.
Él nos invita siempre a hacer los mismo. A servir, a entregarnos hasta el fin. Este Reino de servicio, de Amor, de entrega, es el Reino de los últimos, el Reino de Dios.

" (...) El Evangelio de hoy es un pequeño fragmento del juicio de Jesús ante Pilato. Y está lleno de preguntas con las que podemos hacer nuestra reflexión. El primero en preguntar es precisamente Pilato: ¿Eres tú el rey de los judíos? Y por segunda vez: ¿Conque tú eres rey?
No es difícil entender el asombro de Pilato. Esa pregunta, con palabras más o menos parecidas, se la hacen hoy muchas personas a sí mismas y al mismo Dios. Porque tenemos otra idea de lo que tiene que ser un Rey o un Dios Rey. Alzamos a Dios nuestra plegaria pidiéndole que nos ayude a salir adelante en los momentos de dificultad, que resuelva nuestros problemas: que nos cure, que nos ayude a encontrar un trabajo, que nos salga bien esta empresa, que se nos resuelvan los problemas familiares, que nos saque de nuestras soledades y depresiones y… ¡Tantas veces tenemos la experiencia de que parece no darse por enterado! Y, como Pilato, y hasta protestando un poco o un mucho, le decimos: Pero, ¿tú eres rey, eres Dios, puedes hacer algo o no? ¿Por qué no lo haces?
Y cuando miramos este mundo del que Cristo se ha proclamado Rey y vemos el mal campando a sus anchas: las catástrofes, la explotación de los niños, las violencias, las injusticias, el hambre, el ver cómo unos pocos poderosos hacen y deshacen a su antojo, dejando siempre en las cunetas a los más débiles… nos gustaría poder preguntarle a ese Cristo Rey: Conque ¿tú eres Rey?
El de Jesús es muy diferente al resto de los reinos de este mundo. Porque no mata a nadie. Es Él mismo el que va a morir. No es un tirano o un dictador, sino que es Él el que va a obedecer. No hace alianzas con los poderosos, sino que se pone de parte de los pobres, de los últimos. Para Él es grande el que sirve.
Es que todos los reinos anteriores a Él se han inspirado en la confrontación. Y las sucesivas revoluciones no han mejorado la situación. Un tirano ha dado paso a otro tirano, sin hacer más humana la convivencia. En vez del amor, predominaron la voracidad, la codicia, la crueldad y la prepotencia. Jesús ha roto esa cadena de imperios crueles, colocando en lo más alto el amor y el servicio, la entrega hasta la muerte, no el poder. Ha introducido un nuevo criterio, el del corazón humano, que es reflejo del corazón de Dios. Qué suerte tener un Rey así en nuestra existencia.
La fuerza y el poder de un reino se miden, especialmente, por la extensión del territorio que controla. Pero el Reino de Cristo no ocupa ningún espacio, no tiene armas ni ejército ni hace demostraciones de fuerza. Además, los miembros de este Reino no son ni esclavos, ni súbditos, ni soldados, sino sacerdotes, llamados a ofrecer sacrificios agradables a Dios con su vida. Dicho con otras palabras, ofrecer obras de amor. Con cada gesto que prueba ese amor, cada creyente ejerce su sacerdocio. Saber que el Señor está cerca ayuda a no rendirse, a pesar de las dificultades. Esa es la respuesta que podemos dar a los problemas de este mundo: hacer un mundo mejor, según los criterios de Dios. Porque Él actúa a través de nuestras obras. Obrar en nombre de Dios, y para Dios. Él saca lo mejor de nosotros mismos.
El debate interno de Pilatos no es religioso, sino más mundano: saber si Jesús es una amenaza para él y para el poder de los romanos. No le interesa la verdad, sino lo que tiene que hacer para continuar mandando. Sus parámetros se quedan pequeños para comprender lo que supone Jesús. Como muchas personas, incluso hoy en día, se niega a escuchar la Palabra de Jesús. Aunque no ve nada malo en la doctrina de Jesús, al final se somete a las exigencias de los judíos, y condena a muerte al Maestro.
Lo que Pilatos no sabía es que ningún reino de este mundo será capaz de detener el avance del Reino de Dios. El Reino ya ha comenzado y está desarrollándose. Esa es la gran sorpresa de Dios. Esa es la promesa cierta y segura de Dios. Porque Él es el Rey de Reyes. El Señor de la vida y de la muerte. Nuestra salvación."
(Alejandro Carvajo cmf, Ciudad Redonda)

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