Cuando llegó cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo: “¡Si entendieras siquiera en este día lo que puede darte paz!... Pero ahora eso te está oculto y no puedes verlo. Pues van a venir días malos para ti, en los que tus enemigos te cercarán con barricadas, te sitiarán, te atacarán por todas partes y te destruirán por completo. Matarán a tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no reconociste el momento en que Dios vino a salvarte.
¿Llora hoy Jesús? Lo hizo ante Jerusalem porque no sabían encontrar aquello que realmente proporciona la paz. Lo hizo viendo el futuro de dispersión que le esperaba. Seguramente llora hoy ante nuestra sociedad desorientada. Una sociedad en la que prevalecen los ambiciosos. Una sociedad violenta y opresiva. Una sociedad que busca la felicidad en el tener y en el poder. Una sociedad en que la palabra Amor carece de sentido. Una sociedad cada vez más lejos de la paz.
La pregunta también debemos hacérnosla personalmente. ¿Realmente buscamos la paz, sabemos amar o lo basamos todo en el dinero, el poder y el placer?
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