jueves, 24 de abril de 2025

ESTABA ESCRITO

 


Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan
Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo:
– Paz a vosotros.
Ellos, sobresaltados y muy asustados, pensaron que estaban viendo un espíritu.  Pero Jesús les dijo:
– ¿Por qué estáis tan asustados y por qué tenéis esas dudas en vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies: ¡soy yo mismo! Tocadme y mirad: un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
Al decirles esto, les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó:
– ¿Tenéis aquí algo de comer?
Le dieron un trozo de pescado asado, y él lo tomó y lo comió en su presencia. Luego les dijo:
– A esto me refería cuando, estando aún con vosotros, os anuncié que todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos, tenía que cumplirse.
Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo:
– Está escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y que en su nombre, y comenzando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

Estaba escrito. Los apóstoles no lo entendían y nosotros seguimos sin entenderlo. Jesús nos muestra sus llagas, los pobres, los perseguidos, los inmigrantes...y seguimos sin verlo. 
Sigue invitándonos a la Eucaristía y a que lo anunciemos a todo el mundo. Pero, como no acabamos de reconocerlo, anunciamos ritos, dogmas...pero no lo anunciamos a Él.

"Leo el texto evangélico de hoy y se me quedan algunas palabras o ideas resonando en la cabeza. Paz, comida compartida, escrituras explicadas y entendidas, testigos enviados. Y el resumen sería “Eucaristía”.
Lo primero es la paz. La presencia de Jesús resucitado no es como la de esos aparecidos de las películas de terror, muertos que amenazan a los vivos. Es una presencia de paz. Dios no es una amenaza para nosotros. En la vida hay muchas cosas que nos pueden inquietar, hay situaciones de conflicto, hay decisiones difíciles que debemos tomar. Todo eso nos inquieta y nos quita la paz. Pero Dios nos trae la paz. Nos anima a levantarnos, asumir nuestras responsabilidades y tomar las decisiones que haya que tomar. Pero él no es la causa de ningún conflicto. Él es siempre fuente de paz y vida.
Otra vez, tenemos una comida compartida. Porque en la mesa es donde se fraguan las amistades, los corazones se abren y la vida se hace más plena. La vida se hace en la fraternidad, no en la soledad egoísta. Por eso, la Eucaristía, aunque a veces tan ritualizada y estereotipada, sigue siendo el centro de la vida cristiana, el mejor símbolo del reino.
En la mesa no solo se come. Se habla, se dialoga, se explica. También vemos en el texto como Jesús explica el sentido de su vida y de su muerte a los discípulos. En la mesa, en el diálogo se abre el entendimiento y el corazón.
Pero los cristianos no estamos llamados a mirarnos el ombligo en una adoración perpetua. La Eucaristía, la vida cristiana, nos lanza al testimonio de vida y al anuncio del reino. El mensaje de Jesús no es para mí solo, es para todos. El amor –Dios es amor– es naturalmente expansivo y abierto a todos. El discípulo que siente la paz en su corazón, la paz de Jesús, que ha compartido la mesa de la fraternidad, que ha escuchado y dejado que la Palabra le llegue al corazón, se convierte en testigo de Jesús. Las paredes de nuestras Iglesias se quiebran y se hacen puertas abiertas por las que salimos al mundo y a la vida para anunciar la esperanza a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)



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