miércoles, 7 de diciembre de 2022

EL REMEDIO AL CANSANCIO

 

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."

El Hermano Adrià, educador de calle, apóstol de las prostitutas y delincuentes del Barrio Chino y el Raval de Barcelona, me confesó una noche: Suerte tengo de mis momentos de pregaria. Siempre que puedo, entro en una iglesia un ratito. He visto a muchos educadores de calle abandonar este trabajo, porque no podían más. Decían que estaban quemados. Y es que si no dedicamos unos momentos a Jesús, si no cargamos pilas con la oración, es muy difícil continuar.
Él es el remedio al cansancio y al agobio. En Él encontramos fuerzas y paz.
 
"Muchas situaciones de la vida y del mundo nos hacen experimentar el cansancio. Además, tanta injusticia y desigualdad en América Latina va agotando nuestra esperanza. Al sentirnos cansados nuestra mirada se vuelve pesimista y nos incapacita para reconocer que no todo está perdido. La Palabra de Dios durante este tiempo de Adviento quiere renovar en nosotros la confianza en el Señor. Isaías nos dice que es Dios mismo quien nos da su fuerza para levantarnos ante cualquier adversidad. Participar de esta gracia de Dios es lo que da alivio a las pesadas cargas que nos imponen los estilos de vida de la sociedad contemporánea; cuando Jesús invita a «cargar con su yugo» nos está recordando que la existencia puede ser vivida de manera más sencilla y sin tantas complicaciones, siendo tolerantes con nosotros mismos y las demás personas, caminando en humildad y sin tantas pretensiones. Pregúntate: ¿Qué correctivos puedes hacer para evitar el estrés y la irritabilidad? ¡Aprende a disfrutar de la vida! " (koinonía) 

martes, 6 de diciembre de 2022

NO PERECERÁ NINGUNO DE ESTOS PEQUEÑOS

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños."

Dios no quiere que nadie se pierda. Como el pastor va detrás de la oveja extraviada y se alegra al encontrarla. Nosotros condenamos al que creemos obra mal. Él va detrás para recuperarlo y conseguir que se salve. Nosotros, en lugar de condenar, deberíamos rescatar. Ayudar con nuestro amor a que vuelve a los caminos de Dios.

"Estaba con un grupo de jóvenes adultos y surgió el tema del suicidio. Una mujer, católica apasionada, fue especialmente severa en su opinión sobre los que se suicidan. Quitarse la vida, decía, era un pecado muy grave que merecía el infierno. Le pregunté: "Imagina que tienes un hijo. Se suicida. Si tuvieras el deber de juzgarlo, ¿lo condenarías al infierno?". Se quedó callada un momento y dijo: "No, no lo haría". "Dios dice que aunque una madre se olvide de su hijo, él no se olvidaría de nosotros. ¿Estás segura entonces de que Dios condenaría así?" "Nunca lo había pensado así", dijo y se derrumbó. No sabemos cómo juzga Dios finalmente. Pero una cosa sabemos: El Padre de Jesús en el cielo no quiere que perezca ni uno solo de los pequeños." (Ciudad Redonda)

lunes, 5 de diciembre de 2022

LLEVARLOS A JESÚS

 


Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: "Hombre, tus pecados están perdonados."
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar: "¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?" Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados -dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa." Él, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor: "Hoy hemos visto cosas admirables."

El paralítico se salva por la fe de sus amigos, que hacen todo lo posible y lo imposible para ponerlo frente a Jesús. Modelo de lo que debe ser nuestro apostolado. Los escribas y fariseos no entienden el perdón de Jesús. Por eso Él les muestra, que el perdón nos hace caminar, destruye la parálisis que el mal provoca en nosotros.
 
"Jesús, con sus palabras y gestos, busca liberar a las personas de una religión que ha tergiversado la experiencia de Dios y ha convertido la religión en instrumento de control y manipulación. Creían que la enfermedad era un castigo por los pecados que la persona o sus padres habían cometido. Este bello relato de Lucas nos muestra como Jesús sana perdonando. Jesús, al ver la fe del paralítico y sus amigos, a quienes nada los detiene, perdona y sana para que no quede duda de la acción liberadora de Dios. Esto contrasta con la actitud de los fariseos y doctores de la ley que se aferran a unas leyes de pureza que condenaban a los enfermos de por vida. El Dios a quien esperamos se acerca a los excluidos del sistema político, económico o religioso. La auténtica espiritualidad cristiana nos lleva a cuidar y sanar la vida. ¿De qué necesito sanarme y liberarme?" (Koinonía)

domingo, 4 de diciembre de 2022

¿PREPARAR EL CAMINO? = CONVERTIRSE

 


Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo: "Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: "¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga."

Preparar el camino es convertirse, cambiar nuestra vida. Esperar con la verdadera Esperanza: la del que no se queda pasivo, sino que actúa. Juan es la voz del que clama en el desierto. Hoy la voz llamando a la conversión también la encontramos en el desierto, que es pregaria y meditación. Oración sincera.  

"El evangelio de Mateo nos presenta a Juan Bautista pidiendo a sus coetáneos la conversión, «porque el reinado de Dios [reinado “de los cielos” dirá Mateo, con el pudor reverencial judío que evita «tomar el nombre de Dios en vano»] está cerca». En aquellos tiempos de mentalidad precientífica y apocalíptica, la propensión a imaginar futuras irrupciones del cielo o del infierno servía para mover a las masas. Hoy, con una visión radicalmente distinta sobre la plausibilidad de tales expectativas apocalípticas, la argumentación de Juan Bautista ya no sirve, resulta increíble para la mayor parte de nuestros contemporáneos. No es que hayamos de cambiar (que hayamos de convertirnos) «porque el reino de Dios está cerca», sino exactamente al revés: el Reino de Dios puede estar cerca porque (y en la medida en que) decidimos cambiar nosotros (convertirnos), y es con ello como cambiamos este mundo... Ya no estamos en tiempos de apocalipsis (una irrupción venida de fuera y de arriba), sino de praxis histórica de transformación del mundo y de su historia (una transformación venida de abajo y desde dentro). El reinado de Dios -la Utopía, para decirlo con un lenguaje más amplio e interreligioso- no es ni puede ser objeto de «espera» (como ante algo que sucederá al margen de nosotros), sino de «esperanza» (la desinencia «anza» expresa ese matiz de actividad endógena). La esperanza es esa actitud que consiste en «desear provocando», desear ardientemente una realidad todavía «u-tópica», pero no de manera pasiva, sino tratando de hacerla «tópica», de hacerla presente en el «topos», en el lugar y en el tiempo, aquí y ahora, en la Tierra, no en un cielo que no depende de nosotros.
Insistimos: otras religiosidades discurren por otro tipo de experiencia de lo sagrado –y ello no es malo, es muy bueno, y es muestra de la pluriformidad de la religiosidad–, pero una vivencia espiritual específicamente judeocristiana es esta esperanza activa histórico-utópica comprometida. En este Adviento podríamos hacer de esto una materia de reflexión y examen." (Koinonía)

sábado, 3 de diciembre de 2022

JESÚS Y LOS NECESITADOS

 


En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis."

Jesús pasa el dia recorriendo las poblaciones, enseñando en las sinagogas, anunciando la Buena Nueva, curando a la gente de sus dolencias y compadeciéndose de la gente abandonada. Envió a los doce a hacer lo mismo que Él. Y, hoy, también nos envía  a nosotros a hacer lo mismo. Quiere que curemos, sanemos y expulsemos el mal. Quiere que construyamos una sociedad nueva en la que nadie se sienta excluido ni perseguido.

"El Adviento ensancha nuestra esperanza más allá de la historia, pero, al mismo tiempo, nos invita hacer presente el proyecto del Reino aquí y ahora. El profeta Isaías anuncia que Dios cuidará y sanará a su pueblo. Para quienes explotan la tierra nunca será suficiente, jamás se saciará su codicia. Dios, en cambio, en su plan salvador pone a disposición el agua y el pan “con medida” con tal de que alcance para todos. Además, habla de las “semillas” (no modificadas y alteradas) capaces de nutrir al pueblo; pasto (no concentrado, procesado) como alimento para los animales. En el mundo según Dios lo que produce la tierra, nutre y da vida a toda criatura. Nuestra espera está orientada a la venida de este Dios que no permanece indiferente al sufrimiento de la humanidad. Esa fue la misión que Jesús llevó adelante y la transmitió a sus discípulos predicando el Reino de Dios y testimoniando su presencia mediante gestos de liberación. ¿Cultivo en mi vida esta compasión y gratuidad de Jesús?" (Koinonía)

viernes, 2 de diciembre de 2022

RECOBRAR LA VISTA

 

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: "Ten compasión de nosotros, hijo de David." Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?" Contestaron: "Sí, Señor." Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe." Y se les abrieron los ojos.
Jesús les ordenó severamente: "¡Cuidado con que lo sepa alguien!" Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

Adviento es el camino que nos lleva al Señor. Uno de los efectos de encontrarnos con Jesús, es recobrar la vista. Saber mirar las cosas con ojos diferentes, sus ojos. Contemplar el mundo con misericordia. Buscar a los necesitados. Anunciar sin miedo la Buena Nueva, su Palabra.

"La esperanza del Adviento no debe cegarnos a la situación que vivimos actualmente. Dios intervino en el pasado dándose a conocer como creador y liberador. Así lo expresa el profeta Isaías: aun en medio de calamidades logra intuir lo nuevo que brota. Con todos los esfuerzos que se han hecho por generar consciencia ecológica, se intenta sembrar semillas de esperanza en medio de tantos desiertos humanos. Desiertos geográficos y también espirituales que no permiten a la vida florecer de manera digna. En el evangelio, Jesús devuelve la vista a dos ciegos que vivían en la marginalidad de su condición sin que nadie pudiera ayudarlos; por eso no pueden callar la alegría que experimentan al recuperar la vista; necesitamos tener la fe y los sentimientos de Jesús para iluminar la vida, principalmente la de aquellas personas que no ven con esperanza su futuro porque son condenadas a la explotación y olvido. Pide al Señor ver más allá de las redes, la publicidad y las ofertas: ¡Qué tenga ojos compasivos y solidarios! " (Koinonía)

jueves, 1 de diciembre de 2022

ESCUCHAR Y ACTUAR

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente."

El camino del cristiano, del seguidor de Jesús, queda claro. Escuchar la Palabra y ponerla en práctica. Esto es construir nuestra vida sobre roca. Las palabras solas son vacías. Hay que actuar. Esto es cumplir la voluntad del Padre.

"El Adviento nos anuncia que Dios es fiel y cumple su palabra; ella se manifiesta en los signos liberadores de su presencia salvadora. La acción de Dios no es solo una promesa que esperamos ver cumplida; es también una propuesta de vida que nos compromete. La comunidad discipular está invitada a la escucha del querer de Dios procurando con sencillez encarnar la Palabra en sus gestos solidarios y compasivos. Hacer vida la Palabra es edificar sobre roca, dando así fundamento a nuestra presencia en el mundo. Ciertamente esto exige de nosotros optar por lo que conduce a la vida, renunciando a aquellas prácticas o hábitos que perjudican nuestras relaciones interpersonales. No basta con gritar en los momentos de prueba: «¡Señor, Señor!», expresión que hace alusión nuestras celebraciones litúrgicas; se trata de buscar y hacer la voluntad de Dios tomando distancia de aquello que hace y nos hace mal. No podemos vivir de experiencias religiosas sensacionalistas y sin complicaciones, desencarnadas e indiferentes de la realidad histórica. ¿Cómo están los cimientos de tu compromiso cristiano? " (Koinonía)