En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: "Ten compasión de nosotros, hijo de David." Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?" Contestaron: "Sí, Señor." Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe." Y se les abrieron los ojos.
Jesús les ordenó severamente: "¡Cuidado con que lo sepa alguien!" Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
Adviento es el camino que nos lleva al Señor. Uno de los efectos de encontrarnos con Jesús, es recobrar la vista. Saber mirar las cosas con ojos diferentes, sus ojos. Contemplar el mundo con misericordia. Buscar a los necesitados. Anunciar sin miedo la Buena Nueva, su Palabra.
"La esperanza del Adviento no debe cegarnos a la situación que vivimos actualmente. Dios intervino en el pasado dándose a conocer como creador y liberador. Así lo expresa el profeta Isaías: aun en medio de calamidades logra intuir lo nuevo que brota. Con todos los esfuerzos que se han hecho por generar consciencia ecológica, se intenta sembrar semillas de esperanza en medio de tantos desiertos humanos. Desiertos geográficos y también espirituales que no permiten a la vida florecer de manera digna. En el evangelio, Jesús devuelve la vista a dos ciegos que vivían en la marginalidad de su condición sin que nadie pudiera ayudarlos; por eso no pueden callar la alegría que experimentan al recuperar la vista; necesitamos tener la fe y los sentimientos de Jesús para iluminar la vida, principalmente la de aquellas personas que no ven con esperanza su futuro porque son condenadas a la explotación y olvido. Pide al Señor ver más allá de las redes, la publicidad y las ofertas: ¡Qué tenga ojos compasivos y solidarios! " (Koinonía)
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