sábado, 16 de febrero de 2019

PAN PARA TODOS


"Un día en que de nuevo se había juntado mucha gente y no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 
 – Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. Y si los envío en ayunas a sus casas pueden desfallecer por el camino, porque algunos han venido de lejos.
Sus discípulos le contestaron:
– ¿Pero cómo se les puede dar de comer en un lugar como este, donde no vive nadie?
Jesús les preguntó:
– ¿Cuántos panes tenéis?
– Siete – dijeron ellos.
Mandó entonces que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús dio gracias a Dios por ellos, y también mandó repartirlos. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y llenaron todavía siete canastas con los trozos sobrantes. Los que comieron eran cerca de cuatro mil. Después de esto, Jesús los despidió, subió a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta."



En el mundo hay pan para todos. El problema está en que algunos lo cumulan todo. Tras la crisis, se ha comprobado que los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Si consideramos el número siete como simbólico, el relato significa que los discípulos tenían mucho pan y la multitud nada. Si de verdad compartimos, desaparecerá el hambre y las desigualdades del mundo.
"El hambre es uno de los flagelos que azotan al mundo. Según la FAO hay 750 millones de personas en el mundo que padecen hambre, es decir, 12.9% de la población mundial en contraste con los ocho personajes más ricos del mundo que han acumulado un capital que equivale a la mitad de los bienes de la población mundial. ¡Qué desproporción! Jesús siente compasión por las gentes que tienen hambre. Invita a compartir los bienes para que todos tengan una vida digna, equitativa. Jesús proporciona no solo pan material, también el pan del amor, de la paz, de la gracia, en fin, un pan abundante y delicioso capaz de saciar todas las hambres de la humanidad. Construir un mundo nuevo, alternativo, equitativo, justo y fraterno es la gran enseñanza que nos comunica Jesús en este día. Es oportuno hacer una buena revisión de vida y un análisis crítico de nuestra realidad para identificar las desigualdades flagrantes de nuestra sociedad y plantear alternativas posibles. ¿Te arriesgas a asumir este desafío?" (Koinonía) 


viernes, 15 de febrero de 2019

SORDOS Y MUDOS


"Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre:
– ¡Efatá! (es decir, “¡Ábrete!”).
Al momento se abrieron los oídos del sordo, su lengua quedó libre de trabas y hablaba correctamente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban ellos. Llenos de asombro, decían:
– Todo lo hace bien. ¡Hasta hace oir a los sordos y hablar a los mudos!" 

Estamos en un mundo sordo y mudo. Sordo a la voz de los que piden justícia, de los que sufren, de los que nos piden ayuda. Y mudos para defender al perseguido, al rechazado, al humillado, a los sin voz. Sólo Jesús es quien puede devolvernos el oído y la voz. Se lo hemos de pedir y debemos confiar en Él.
"El oído y el habla son dos facultades importantes para que un ser humano pueda entrar en contacto con su entorno. Hoy han avanzado enormemente los tratamientos y técnicas para la comunicación interpersonal. En los tiempos de Jesús el asunto era muy complicado. Por otra parte, no poder oír ni hablar implicaba que la persona quedara aislada de la comunidad. Además, como ya lo dijimos, las limitaciones humanas eran interpretadas como castigo divino por las faltas cometidas. Jesús devuelve el oído y el habla a una persona, es decir, le retorna la posibilidad de poderse comunicar, de exteriorizar sus pensamientos y sentimientos. Este hombre simboliza al pueblo a quien el sistema religioso vigente le había robado el habla y la escucha. La comunicación (hablar/oír) posibilita la creación de comunión y la posibilidad de sentirse integrado a la vida de la comunidad. Y la comunicación contribuye notablemente al proceso de crecimiento y maduración del ser humano. ¿Cómo funciona la comunicación intrafamiliar y comunitaria en tu espacio de vida?" (Koinonía) 

jueves, 14 de febrero de 2019

TRABAJADORES DE LA MIES


"Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo:
- Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: ‘Paz a esta casa.’ Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: 
El reino de Dios ya está cerca de vosotros."

En Europa hoy es la festividad de San Cirilo y San Metodio, copatrones con San Benito, del continente. Ellos evangelizaron, sobre todo, el este de Europa. 
Hoy nos encontramos con un continente cada vez más descristianizado. La mies es mucha y los operarios pocos. Todos los que nos consideramos cristianos, discípulos de Jesús, debemos sentirnos enviados por Él. No con grandes estructuras, sino con nuestro humilde ejemplo. Llevando el amor a todos los rincones de Europa. Llevando la paz a todo el mundo. Sin "bolsa", ni "sandalias". Llevando a Dios en nuestro corazón, como veíamos ayer. 



miércoles, 13 de febrero de 2019

LA VERDAD ESTÁ EN EL CORAZÓN


"Luego Jesús llamó a la gente y dijo:
– Escuchadme todos y entended: Nada de lo que entra de fuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que le hace impuro. 
Cuando Jesús dejó a la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre esta enseñanza. Él les dijo:
– ¿Así que vosotros tampoco lo entendéis? ¿No comprendéis que ninguna cosa que entra de fuera puede hacer impuro al hombre? Porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y después sale del cuerpo.
Con esto quiso decir que todos los alimentos son puros, y añadió:
– Lo que sale del hombre, eso sí le hace impuro. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre."


La verdad está en el corazón. No podemos confundir la bondad con el cumplimiento de la ley. Cumplirla, aunque sea a rajatabla, si es sin amor, nos hace esclavos, no cristianos. El discípulo es el que tiene a Dios en su corazón. Es de allí de donde sale la verdadera bondad. 
"Venimos de una tradición de prácticas externas. Largas penitencias cuaresmales, viacrucis, a veces con cierto sabor masoquista, ayunos y abstinencias, mandamientos de preceptos y rituales. En eso nos parecemos muchísimo al judaísmo de los tiempos de Jesús, cuyo sistema religioso se montaba en preceptos, tradiciones y prohibiciones. Jesús cuestiona fuertemente este tipo de prácticas superficiales que no cambian el corazón humano. Son las opciones de vida lo fundamental para la vivencia de una auténtica fe. La injusticia, la corrupción, la opresión, la explotación, la violencia, en fin, todo aquello que daña al ser humano en sus relaciones interpersonales y sociales es lo que se debe considerar impuro, pecaminoso, reprobable. Lo demás son invenciones humanas. Lo que Dios pide es un corazón sincero, lleno de misericordia y justicia para con los hermanos. La solidaridad, la compasión, la verdad y la humanización son los verdaderos preceptos que agradan a Dios. ¿Cómo vives la verdadera práctica espiritual en tu vida cotidiana? ¿Qué aspectos de la vida cristiana crees que hay que mejorar?" 


martes, 12 de febrero de 2019

¿RITOS O AMOR?


"Se acercaron los fariseos a Jesús, junto con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Y al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con el rito de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos – y todos los judíos – siguen la tradición de sus antepasados de no comer sin antes lavarse cuidadosamente las manos. Y al volver del mercado, no comen sin antes cumplir con el rito de lavarse. Y aún tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron a Jesús:
– ¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué comen con las manos impuras?
Jesús les contestó:
- Bien habló el profeta Isaías de lo hipócritas que sois, cuando escribió:
‘Este pueblo me honra de labios afuera,
pero su corazón está lejos de mí.
De nada sirve que me rinda culto,
pues sus enseñanzas son mandatos de hombres.’ 
Porque vosotros os apartáis del mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.
También les dijo:
– Vosotros, para mantener vuestras propias tradiciones, pasáis por alto el mandato de Dios. Pues Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’ y ‘El que maldiga a su padre o a su madre, será condenado a muerte.’ Pero vosotros afirmáis que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: ‘No puedo socorrerte, porque todo lo que tengo es corbán’ (es decir, “ofrecido a Dios”); y también afirmáis que ese hombre ya no está obligado a socorrer a su padre o a su madre. De esa manera invalidáis el mandato de Dios con tradiciones que os trasmitís unos a otros. Y hacéis otras muchas cosas parecidas." 

Los fariseos se escandalizan de los discípulos porque no siguen las tradiciones. Jesús les echa en cara, que ellos siguen muchas tradiciones, ritos, pero no aman. Son capaces de abandonar a sus propios padres por cumplir leyes sin alma. Dejémonos de palabras y entreguemos nuestro corazón. Esa es la verdadera purificación.
"Una fuerte tendencia del ser humano es apegarse a tradiciones, costumbres, ritos, sin entender su sentido ni adaptarlos a las circunstancias presentes. Eso es lo que Jesús le quiere hacer caer en cuenta a los escribas y fariseos. Lo fundamental está en luchar y trabajar por una vida digna para todos los seres humanos. En el relato de la creación se coloca al ser humano en la cima de todo lo creado. Ha sido dotado de dignidad y grandeza por el mismo creador. Por eso ninguna ley, ninguna tradición, ninguna institución puede colocarse por encima del ser humano. Todo debe estar al servicio de las personas para garantizarle el goce pleno de sus derechos que posee por el simple hecho de ser humano. Este ha sido el llamado que los últimos pontífices a partir de Juan XXIII han hecho a la Iglesia y a la humanidad. Por fortuna muchas personas, creyentes o no, se dedican con esmero y entrega a la defensa, promoción y protección de los derechos humanos." (Koinonía) 


lunes, 11 de febrero de 2019

JESÚS ACOGE A TODOS


"Atravesaron el lago y llegaron a la tierra de Genesaret, donde amarraron la barca a la orilla. Tan pronto como bajaron de la barca, la gente reconoció a Jesús. Recorrieron toda aquella región, y comenzaron a llevar enfermos en camillas a donde sabían que estaba Jesús. Y dondequiera que él entraba, ya fueran aldeas, pueblos o campos, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su capa. Y todos los que la tocaban quedaban sanados." 


Jesús acoge a todo el mundo, pero de una manera especial al débil, al enfermo, al que sufre, al marginado. Jesús es Amor para todos.
"Jesús de Nazaret se revela como el Señor de la vida. Por su palabra es capaz de derrotar la enfermedad y devolverles la salud y la dignidad a los enfermos. Recordemos que antiguamente se consideraba que las enfermedades eran consecuencia de los pecados del enfermo o de sus antepasados. Por lo tanto, el enfermo al ser considerado pecador, era marginado y rechazado por la comunidad. Jesús hace ver que la enfermedad es un proceso biológico normal. Que el pecado es precisamente la discriminación de los enfermos. Hoy la Iglesia celebra la memoria de Nuestra Señora de Lourdes. Ella es la protectora de los enfermos. Encomendemos a todos nuestros enfermos y adultos mayores bajo el amparo y protección de María de Lourdes. Pero que sea también la oportunidad de afirmar nuestro compromiso para trabajar por mejores sistemas de salud en nuestros países, para que los pobres tengan acceso a los servicios de salud sin ninguna restricción y con calidad, para que no sigan muriendo enfermos en las puertas de los hospitales." (Koinonía) 

domingo, 10 de febrero de 2019

ECHAR LAS REDES


En una ocasión se encontraba Jesús a orillas del lago de Genesaret, y se sentía apretujado por la multitud que quería oir el mensaje de Dios. Vio Jesús dos barcas en la playa. Estaban vacías, porque los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca y comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar dijo a Simón:
– Lleva la barca lago adentro, y echad allí vuestras redes, para pescar.
Simón le contestó:
– Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, puesto que tú lo mandas, echaré las redes.
Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo:
– ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!
Porque Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. También lo estaban Santiagoe y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón:
– No tengas miedo. Desde ahora vas a pescar hombres.
Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús."


Jesús nos invita a echar las redes. Es decir, a transmitir su Palabra, a amar a todo el mundo. Para ellos se necesita Fe. Si verdaderamente creemos a nuestro alrededor se acumulará la gente en busca de la Palabra. Además, confiando que es Él quien llema las redes.
"En el evangelio de hoy nos encontramos con un diálogo entre Jesús y Pedro, sencillo y profundo a la vez, diálogo que podríamos hacer nuestro en medio de las aguas tempestuosas de este mundo mientras nos esforzamos en nadar contra corriente. Pedro, por el oficio, era el experto en lugares y horas precisas para pescar. Sabía que en la noche y con las aguas tranquilas se pesca mejor, eso había estado haciendo toda la noche ¡y no habían cogido ni un pececito! Pero llega Jesús que sin ser pescador le dice sencillamente, que eche las redes para pescar...
Pedro, el experto, pudo haber dicho que no, que no era ni la hora ni el lugar para pescar y todo hubiera quedado ahí. Pero no, calla su experiencia y sabiduría (“hemos pasado toda la noche bregando”); reconoce su fracaso y desilusión (“no hemos cogido nada”), y “en nombre de Jesús echa las redes”. Y ya conocemos el final del relato: ¡una pesca maravillosa! Cuando Jesús le pide a Pedro que “reme mar adentro” lo está invitando a una aventura que lo lleva más allá de las playas cotidianas en busca de un horizonte mucho más amplio. Y Pedro cree en la palabra de Jesús.
Éste es el verdadero milagro: creer cuando todo parece ilógico. La abundante pesca y las redes llenas de peces son sólo la consecuencia de la fe. Todos los relatos de milagros en el evangelio comienzan con la fe o la suscitan, es la condición para ver la acción de Jesús. Cuando no la hay, Jesús simplemente se va a la otra orilla como veremos en las próximas semanas. Si creemos en Jesús entonces se realiza el milagro!
Claro, la cosa no es tan sencilla, se necesita una fe muy grande dada por Dios. Pidamos esa fe para que igual que Pedro, creamos en Jesús, obedezcamos su palabra, rememos mar adentro y echemos las redes para pescar, entonces, veremos otro milagro en nuestras vidas y en nuestra comunidad.
Y es que ser discípulos de Jesús exige confiar en su palabra. La misión a la que Jesús nos quiere enviar es osada y, hoy por hoy, con pocas probabilidades de éxito. Jesús quiere contar con nosotros y nosotras para el proyecto de Reino. Jesús convoca a los Apóstoles para que sean pescadores de personas, por eso toda vocación exige "remar mar adentro" para abandonar las seguridades de la orilla, tener un horizonte ilimitado asumir responsabilidades y meterse en una gran obra: el servicio al Reinado de Dios, es decir, una utopía de la que serán beneficiaros todos los hombres y mujeres del mundo.
Sin que desmerezca el oficio de los pescadores, lo que le propone Jesús a Pedro es una superación en el oficio que hasta ahora había desempeñado: pescar hombres y mujeres para el Reino es una empresa más noble y difícil que pescar peces, es algo más milagroso que la pesca que acaban de hacer.
Pero algunos llamados a esta nueva labor son también invitados a “dejarlo todo” para seguir a Cristo. Los necesita dedicados a tiempo completo, dedicándole a esta “misión” todas las fuerzas. Pescar hombres y mujeres para el Reino exige renunciar a todo lo demás y asumir a Jesús como única posesión. La misión a la que se llama exige desprenderse por completo, para apegarse totalmente a Jesús. En el relato de hoy se van con Jesús, que vale mucho más que las dos barcas llenas de pescados que les acaba de regalar. Dejan esa abundante pesca que los había admirado tanto porque comprenden que la vocación compromete al ser humano en un trabajo que está por encima de los trabajos humanos ordinarios. La vocación–misión es una invitación a colaborarle a Dios, un trabajo milagroso. Oremos hoy por aquellos que dejándolo todo se han ido tras el Señor." (Koinonía)