La reunión con la comunidad de base de la parroquia había sido movida. Eso dejó preocupado al joven seguidor. El Anacoreta, sin embargo, prefería ese ambiente diverso a la unanimidad que llevaba a la calma chicha y a la falta de vida. Ante las dudas del joven ante la actitud de ciertas personas, el Anacoreta le aclaró:
- Hay una cosa que es muy importante. Debemos saber mirarnos con verdad, ser lúcidos con nosotros mismos. Ante los problemas caemos demasiados veces en dos extremos. O nunca reconocemos los propios defectos y echamos la culpa de todo a los demás o nos creemos una porquería, que no valemos nada y nos echamos la culpa de todo.
Hizo una pequeña pausa y prosiguió:
- La realidad es que tenemos los pies de barro y el corazón de fuego. Somos frágiles y cometemos errores, pero también somos capaces de hacer grandes cosas. Creer que no tenemos la culpa de nada, es orgullo. Pero creer que no valemos nada y que tenemos la culpa de todo, es falsa humildad. Créeme; todos, y cuando digo todos, quiero decir todos, tenemos pies de barro y corazón de fuego. Dios y los demás, son quienes nos ayudan a conocernos, a aceptarnos y a darnos cuenta de cuando somos débiles y cuando somos héroes. Y lo que debemos tener claro, es que Dios nos ama así: una mezcla de fragilidad y de heroísmo, porque esto es ser humanos.
Bondía Joan Josep.
ResponderEliminarFa anys si hagués sapigut circustancies que tenía de passar, m´hauria espantat i en cambi les he passat i he après d´ellas.
De vegades som més forts del que pensem.
Tambè dic que la Fe en Déu m´ajudat molt, doncs ha reforçat la meva ment.
Una abraçada i que tinguis un bon día, Montserrat
Efectivamente, todos somos frágiles y héroes, pero creo que quien mejor se conoce es un@ mism@, porque los demás tienden muchas veces a ver más defectos o virtudes de las que tenemos. Cuando nos conocemos bien y nos relacionamos con otras personas lo bueno es que nos aceptamos mutuamente como somos y nos enriquecemos. Un fuerte abrazo
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