Aquel eclesiástico criticaba a un convento de monjas en el que se hacían jornadas budistas, cursos de yoga, sesiones de espiritualidad y meditación para no católicos... El Anacoreta lo miró con seriedad y le dijo:
- Dios no es patrimonio de los religiosamente seguros. Dios es siempre más grande de lo que nos podemos imaginar y nadie tiene el monopolio sobre Él. Nuestro Dios es el Dios de los otros, de los que buscan, de los que están en camino...
El eclesiástico meneó dudando la cabeza y se fue.
El Anacoreta sonrió y dijo a su joven seguidor:
- Los apóstoles tampoco aceptaban a los que expulsaban demonios y no eran de los suyos y los fariseos no aceptaban que Jesús comiera con pecadores. Siempre nos hemos querido apoderar de Dios. Y a Dios no lo podemos encerrar en nuestras estrechas categorías...
Hola Joan Josep.
ResponderEliminarPau i bé, Namaste.A totes les persones que volen la Pau.
Una abraçada, Montserrat