"Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús dijo:
– ¡Mirad, ese es el Cordero de Dios!
Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:
– ¿Qué estáis buscando?
Ellos dijeron:
– Maestro, ¿dónde vives?
Jesús les contestó:
– Venid a verlo.
Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo:
– Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo).
Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo:
–Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro)."
El día 4 de Enero ya comentamos este evangelio. No debemos contentarnos con leerlo una vez. Cada vez que lo hagamos encontraremos nuevos detalles. Cada vez profundizaremos más en su mensaje. Por eso hoy os brindo el comentario de Koinonia (Centro Bíblico Iberoamericano)
El día 4 de Enero ya comentamos este evangelio. No debemos contentarnos con leerlo una vez. Cada vez que lo hagamos encontraremos nuevos detalles. Cada vez profundizaremos más en su mensaje. Por eso hoy os brindo el comentario de Koinonia (Centro Bíblico Iberoamericano)
"En el evangelio de hoy, Juan nos relata en encuentro de Jesús con los
primeros discípulos que elige. Es un texto del evangelio, obviamente
simbólico, no un relato periodístico o una “crónica” de aquellos
encuentros. Todavía, algunos de los símbolos que contiene no sabemos
interpretarlos: ¿qué quiso Juan aludir, al especificarnos que... “serían
las cuatro de la tarde”? Hemos perdido el rastro de lo que pudo tener
de especial aquella hora concreta como para que Juan la detalle.
Dos
discípulos de Juan escuchan a su maestro expresarse sobre Jesús como el
“cordero de Dios”, y sin preguntas ni vacilaciones, con la misma
ingenuidad que el joven Samuel que hemos contemplado en la primera
lectura, «siguen» a Jesús, es decir, se disponen a ser sus discípulos,
lo que conllevará un cambio importante para sus vidas. El diálogo que se
entabla entre ellos y Jesús es corto pero lleno de significado: “¿Qué
buscan?”, “¿Maestro donde vives?”, ”Vengan y lo verán”. Estos buscadores
desean entrar en la vida del Maestro, estar con él, formar parte de su
grupo de vida. Y Jesús no se protege guardando las distancias, sino que
los acoge sin trabas y los invita nada menos que a venir a su morada y
quedarse con él.
Este gesto simbólico se ha comentado siempre
como una de las condiciones de la evangelización: no basta dar palabras,
son precisos también los hechos; no sólo teorías, sino también
vivencias; no «hablar de» la buena noticia, sino mostrar cómo la vive
uno mismo, en su propia carne estremecida de gozo. O sea: una
evangelización completa debe incluir una visión teórica, pero sobre todo
tiene que ser un testimonio. El evangelizador no es un profesor que da
una lección, sino un testigo que ofrece su propio testimonio personal.
El impacto del testimonio de vida del maestro, conmueve, transforma,
convence a los discípulos, que se convierten en testigos mensajeros.
Seguir
a Jesús, caminar con él, no puede hacerse sino por haber tenido una
experiencia de encuentro con él. Las teorías habladas –incluidas las
teologías–, por sí solas, no sirven. Nuestro corazón –y el de los demás–
sólo se conmueve ante las teorías vividas, por la vivencia y el
testimonio personal.
En la vida real el tema de la vocación no
es tan fácil ni tan claro como lo solemos plantear. La mayor parte de
las personas no pueden plantearse la pregunta por su vocación, no pueden
«elegir su vida», sino que han de aceptar lo que la vida les presenta, y
no pocas tienen que esforzarse mucho para sobrevivir apenas. El llamado
de Dios es, ahí, el llamado de la vida, el misterio de la lucha por la
sobrevivencia y por conseguirla del modo más humano posible. Este
llamado, la «vocación» vivida en estas difíciles circunstancias de la
vida, son también un verdadero llamado de Dios, que debemos valorar en
toda su dignidad."
Viure,i ser...Pare Nostre
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