"Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo:
– Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús tuvo compasión de él, le tocó con la mano y dijo:
– Quiero. ¡Queda limpio!
Al momento se le quitó la lepra y quedó limpio. Jesús lo despidió en seguida, recomendándole mucho:
– Mira, no se lo digas a nadie. Pero ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad.
Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a
contar a todos lo que había pasado. Por eso, Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares
donde no había nadie; pero de todas partes acudían a verle."
El Evangelio de hoy nos presenta la primera curación que narra Marcos: la de un leproso. Jesús empieza curando a alguien considerado como el sumum de la impureza, hasta el punto, que ha de vivir fuera de las poblaciones y apartarse del paso de las personas.
Ese leproso empieza transgrediendo la ley. Se acerca a Jesús. A la petición de quedar limpio, Jesús responde con otra transgresión: toca al leproso.
Jesús vuelve a enseñarnos, que el Amor está por encima de las leyes. Que si queremos ser sus discípulos, debemos acercarnos a los excluidos. Hoy no es la lepra lo que excluye a las personas. Pero hay muchas otras cosas que lo hacen: la raza, el hecho de ser inmigrantes, la pobreza, la política, la religión...Jesús, de la misma forma que Él lo hizo, nos pide que nos acerquemos a aquellos que nos necesitan. Una Iglesia de los puros, no es la Iglesia de Jesús.
Hay marginados físicos: nos alejamos del mendigo, del que va sucio, del "distinto"...Y hay marginados por sus ideas. Jesús nos pide que no haya más excluidos. Todos somos hermanos en Él, hijos de Dios.
Hagamos "acciones" para que no haya más excluidos. No nos quedemos solamente con palabras.
El Evangelio de hoy nos presenta la primera curación que narra Marcos: la de un leproso. Jesús empieza curando a alguien considerado como el sumum de la impureza, hasta el punto, que ha de vivir fuera de las poblaciones y apartarse del paso de las personas.
Ese leproso empieza transgrediendo la ley. Se acerca a Jesús. A la petición de quedar limpio, Jesús responde con otra transgresión: toca al leproso.
Jesús vuelve a enseñarnos, que el Amor está por encima de las leyes. Que si queremos ser sus discípulos, debemos acercarnos a los excluidos. Hoy no es la lepra lo que excluye a las personas. Pero hay muchas otras cosas que lo hacen: la raza, el hecho de ser inmigrantes, la pobreza, la política, la religión...Jesús, de la misma forma que Él lo hizo, nos pide que nos acerquemos a aquellos que nos necesitan. Una Iglesia de los puros, no es la Iglesia de Jesús.
Hay marginados físicos: nos alejamos del mendigo, del que va sucio, del "distinto"...Y hay marginados por sus ideas. Jesús nos pide que no haya más excluidos. Todos somos hermanos en Él, hijos de Dios.
Hagamos "acciones" para que no haya más excluidos. No nos quedemos solamente con palabras.
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