"El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto; en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron. Cerca de medianoche se oyó gritar: ‘¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!’ Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.’ Pero las muchachas previsoras contestaron: ‘No, porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.’ Pero mientras las cinco muchachas iban a comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta. Llegaron después las otras muchachas, diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’ Pero él les contestó: ‘Os aseguro que no sé quiénes sois.’
Permaneced despiertos –añadió Jesús–, porque no sabéis el día ni la hora."
Decían nuestros padres, que sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena. Es lo que nos dice hoy Jesús. Que debemos ser previsores, como lo fueron aquellas cinco vírgenes. Hemos de entregarnos, de hacer el bien, de amar, cada día. No esperar al último momento. Y no pensemos que aquellas cinco vírgenes fueron egoístas. Las buenas obras no se pueden prestar. Nuestra vida debemos vivirla cada uno de nosotros y no podemos vivir por los demás. Seamos previsores y el Esposo no nos cerrará la puerta.
"Continúa el tema de la vigilancia. Otro aspecto de la
vigilancia es la previsión. Cuando en muchos lugares de nuestra geografía se ha
presentado catástrofes naturales y no ha habido previsión los problemas de
salubridad y hambrunas se triplican enormemente. Pero cuando se ha tomado
precauciones fácilmente se puede enfrentar la crisis. Así es la vida del
creyente. Si ha tomado precauciones para afrontar los momentos críticos de la
experiencia de fe, las llamadas “noches oscuras” y se tienen buenas provisiones,
entonces los problemas serán más llevaderos y las soluciones se podrán alcanzar
con relativa calma. Vivimos un mundo complejo, diverso que hace tambalear la
experiencia de fe. Pero si hay suficientes provisiones de oración continua, de
permanente ejercicio de la caridad, podremos afrontar los vientos huracanados
que se avecinan. Mantener la lámpara del corazón siempre encendida con el fuego
del amor y de la misericordia. Practicar constantemente la justicia y el
derecho, para que el aceite de la reconciliación, la paz y el perdón nunca
falte. ¿Cómo te preparas para el encuentro con el Señor?" (Koinonía)