"Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús. Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
– Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
– Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
– Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido."
Nosotros como Zaqueo debemos bajar del árbol y alojar a Jesús en nuestra casa, en nuestro corazón. Entonces entrará la salvación en nosotros.
"Zaqueo, el recaudador de impuestos, es símbolo de impureza, de maldición. Él no era pobre, sino rico. Su riqueza estaba construida en la mentira. Ser recaudador de impuesto significaba para los judíos alguien que vive fiel a la causa de Roma y en contra de la lógica nacional judía. Jesús va a las fronteras de la impureza y lleva la alegría del Evangelio a un hombre excluido de la lógica judía. Dios, en Jesús, sale al encuentro de lo que el mundo y la religión deja como desecho. Jesús acerca su propuesta de humanización a los que no cuentan para aquella sociedad. En Zaqueo está representada nuestra vida. Dios tiene para nosotros una propuesta de vida, de humanidad. Hoy, como ayer, Dios visita nuestra casa. Así como sucedió con Zaqueo, hoy cuando nos encentramos con la Palabra de Dios, es Dios mismo que nos visita, quiere que le abramos la puerta y le dejemos entrar, para establecer una relación de amor con nosotros. ¿Estamos dispuestos a aceptarlo y a acoger su proyecto de vida?" (Koinonia)
Nosotros como Zaqueo debemos bajar del árbol y alojar a Jesús en nuestra casa, en nuestro corazón. Entonces entrará la salvación en nosotros.
"Zaqueo, el recaudador de impuestos, es símbolo de impureza, de maldición. Él no era pobre, sino rico. Su riqueza estaba construida en la mentira. Ser recaudador de impuesto significaba para los judíos alguien que vive fiel a la causa de Roma y en contra de la lógica nacional judía. Jesús va a las fronteras de la impureza y lleva la alegría del Evangelio a un hombre excluido de la lógica judía. Dios, en Jesús, sale al encuentro de lo que el mundo y la religión deja como desecho. Jesús acerca su propuesta de humanización a los que no cuentan para aquella sociedad. En Zaqueo está representada nuestra vida. Dios tiene para nosotros una propuesta de vida, de humanidad. Hoy, como ayer, Dios visita nuestra casa. Así como sucedió con Zaqueo, hoy cuando nos encentramos con la Palabra de Dios, es Dios mismo que nos visita, quiere que le abramos la puerta y le dejemos entrar, para establecer una relación de amor con nosotros. ¿Estamos dispuestos a aceptarlo y a acoger su proyecto de vida?" (Koinonia)
Avui ha entrat la salvació en aquesta casa, perquè aquest home també és descendent d'Abraham. Doncs el Fill de l'home ha vingut a buscar i salvar allò que s'havia perdut. "
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