"Después de esto, Jesús entró en el templo y comenzó a expulsar a los que allí estaban vendiendo. Les dijo:
– En las Escrituras se dice: ‘Mi casa será casa de oración’, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.
Todos los días enseñaba Jesús en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y también los jefes del pueblo andaban buscando cómo matarlo. Pero no encontraban la manera de hacerlo, porque toda la gente le escuchaba con gran atención."
Los judíos habían convertido el Templo en un lugar de negocio. La religión en una fuerza de poder. Jesús, que defiende al pobre y al excluido se revela contra esto. La religión debe estar al margen de todo comercio y poder. Jesús no quiere que nadie "viva" de la religión. Él quiere que "vivamos" la religión. Si la religión se comercializa y pierde la espiritualidad, deja de tener sentido y de unirnos a Dios.
"Jesús entra en conflicto con los hombres de religión de su tiempo. Ahora la pelea es con el lugar sagrado, convertido por los funcionarios religiosos en cueva de ladrones y de bandidos. Jesús con su forma de proceder deja claro que el viejo Templo llega a su fin. Ya no da más la figura del antiguo modelo religioso que tiene en el centro el Templo como lugar fundamental de culto y de encuentro con Dios. Ese modelo ofrecía al pueblo falsas seguridades y fue generador de muerte y de exclusión, en especial al pueblo pobre y oprimido. Jesús entonces inaugura un tiempo nuevo y definitivo. Él presenta una nueva manera de relacionarse con Dios. Esta nueva relación se hace como experiencia gratuita, libre sin comercializar con la idea de Dios. El Maestro de Nazaret inaugura una nueva experiencia relacional, ya no con un Dios privado, sino con un Padre de todos, que garantiza la vida en comunidad. Jesús es la imagen visible y real del Padre. ¿Nuestros templos son espacio de encuentro, de fraternidad?" (Koinonía)
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viernes, 23 de noviembre de 2018
VIVIR LA RELIGIÓN
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Estimeu amb sabor propi. Pare N.
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