Entonces comenzó Jesús a reprender a los pueblos donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque la gente no se había convertido a Dios. Decía Jesús: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho entre vosotras, ya hace tiempo que su gente se habría convertido a Dios, cubierta de ropas ásperas y de ceniza. Por eso os digo que, en el día del juicio, vuestro castigo será más duro que el de la gente de Tiro y Sidón. Y tú, Cafarnaún, ¿crees que van a levantarte hasta el cielo? ¡Hasta lo más hondo del abismo serás arrojada! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, esa ciudad habría permanecido hasta el día de hoy. Por eso te digo que, en el día del juicio, tu castigo será más duro que el de los habitantes de la región de Sodoma.
Este evangelio de hoy, debemos meditarlo profundamente, los que venimos de familias cristianas, hemos sido educados en la Fe e incluso nos hemos hecho religiosos o sacerdotes. ¿Verdaderamente escuchamos la Palabra y la seguimos? Quizá nos creemos más que los que no son cristianos. Hemos de ser humildes y reconocer que muchos no cristianos se entregan y aman a los demás más que nosotros. Debemos pedir cada día perdón por no ser verdaderamente fieles. No creernos mejores que los demás y tener la humildad de reconocer que, seguir a Jesús es un trabajo de cada día. Y que, aunque creamos seguir a Jesús, es Él quien este siempre a nuestro lado.
"A lo largo del Evangelio, Jesús suele tener palabras de consuelo y apoyo con casi todos. Sólo hay algunas excepciones, curiosamente con los que podríamos considerar más “cercanos”. A los más religiosos, les recrimina su manera de vivir la religión. Y a la gente de su región, les echa en cara su falta de fe.
A éstos últimos se refiere la Palabra de hoy. Corazaín, Betsaida y Cafarnaún eran pueblos a la orilla del Lago de Galilea, donde Jesús había estado predicando y haciendo el bien durante un tiempo. Y, sin embargo, sus gentes mayoritariamente no daban muestras de confiar en Jesús.
Algo así como cuando uno conoce mucho a una persona, y no la valora. O lleva mucho tiempo viviendo en una ciudad, y no es capaz de descubrir sus rincones más valiosos. Algo así nos puede pasar con la fe: acostumbrarnos a la Palabra y a los Signos del Maestro, que ya no nos interpelen, ni nos fortalezcan, vividos en una rutina en la que otras cosas van ganando el corazón.
Señor Jesús,
hoy me reconozco entre aquellos
que habiendo recibido mucho,
pueden despreciarlo todo.
Despiértame para reconocerte
en los signos y las palabras
en los que Tú quieres hacerte presente."
hoy me reconozco entre aquellos
que habiendo recibido mucho,
pueden despreciarlo todo.
Despiértame para reconocerte
en los signos y las palabras
en los que Tú quieres hacerte presente."
(Luis Manuel Suárez cmf, Ciudad Redonda)
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