lunes, 7 de enero de 2019

LOS INICIOS


"Cuando Jesús oyó que Juan estaba en la cárcel, se dirigió a Galilea. Pero no se quedó en Nazaret, sino que se fue a vivir a Cafarnaún, a orillas del lago, en los territorios de Zabulón y de Neftalí. Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: 
“Tierras de Zabulón y de Neftalí,
más allá del Jordán,
a la orilla del mar:
Galilea de los paganos.
El pueblo que andaba en oscuridad
vio una gran luz;
una luz iluminó
a los que vivían en sombras de muerte.” 
Desde estonces comenzó Jesús a proclamar: “¡Volveos a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!”

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en la sinagoga de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino y curaba a la gente de toda clase de enfermedades y dolencias. Con ello, la fama de Jesús se extendió por toda la región de Siria; así que le traían a cuantos sufrían de diferentes males, enfermedades y dolores, y a los endemoniados, a los epilépticos y a los paralíticos. Y Jesús los curaba.
Mucha gente de Galilea, de los pueblos de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la región al oriente del Jordán, seguía a Jesús."

Jesús va a Galilea y empieza su vida pública. Anunciaba el Reino y curaba a la gente de todos sus males. Convertirnos, "volvernos a Dios", es lo que ayudará a la llegada del Reino, el Reino del Amor y nos curará de todos los males. Este es nuestro camino. Acoger en nuestra vida la reconciliación y la salvación que Él nos brinda. Este es nuestro camino de discípulos.




domingo, 6 de enero de 2019

SEGUIR LA ESTRELLA


"Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios de Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron:
– ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle.
El rey Herodes se inquietó mucho al oir esto, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén. Mandó llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le respondieron:
– En Belén de Judea, porque así lo escribió el profeta:
‘En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá,
no eres la más pequeña
entre las principales ciudades de Judá;
porque de ti saldrá un gobernante
que guiará a mi pueblo Israel.’ 
Entonces llamó Herodes en secreto a los sabios de Oriente, y se informó por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Luego los envió a Belén y les dijo:
– Id allá y averiguad cuanto podáis acerca de ese niño; y cuando lo encontréis, avisadme, para que yo también vaya a adorarlo.
Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir iba delante de ellos, hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde se hallaba el niño. Al ver la estrella, los sabios se llenaron de alegría. Luego entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre. Y arrodillándose, lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Después, advertidos en sueños de que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino."

Los Sabios de Oriente encuentran a Jesús siguiendo la estrella. Para los lasalianos (lasallistas en Iberoamérica), la estrella tiene un significado muy querido. Es nuestro emblema. Seguir la estrella es saberlo mirar todo con otros ojos. Es descubrir a Jesús en todas partes. Pero sobre todo, es descubrirlo en los pobres. Los Sabios trajeron regalos simbólicos a Jesús. Hoy, Jesús encarnado en los pobres, nos pide pan. Pan alimento, pan cultura, pan amor. Que sepamos proporcionarlo de verdad.
 "El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía» [manifestación], confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista no duda en ubicar con exactitud el lugar donde nació Jesús, Belén, para decirnos que con su presencia en la historia se estaría dando cumplimiento a las palabras de los profetas... Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del Evangelio a los paganos y su destino futuro a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas (religiones), que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual." 



sábado, 5 de enero de 2019

VER LOS CIELOS ABIERTOS


"Al día siguiente se disponía a marchar a Galilea, cuando encuentra a Felipe y le dice Jesús:
- Sígueme.
Felipe era de Betsaida, patria de Andrés y Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice:
- Hemos encontrado al que describen Moisés en la ley y los profetas: Jesús, hijo de José, natural de Nazaret.
Replica Natanael:
- ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Le dice Felipe:
- Ven y verás.
Viendo Jesús acercarse a Natanael, le dice:
- Ahí tenéis un israelita de verdad, sin falsedad.
Le pregunta Natanael:
- ¿De qué me conoces?
Jesús le contestó:
- Antes de que te llamara Felipe, te vi bajo la higuera.
Respondió Natanael:
- Maestro, tú eres el Hijo de Dios, el rey de Israel.
Jesús le contestó:
- ¿Por qué te dije que te vi bajo la higuera crees? Cosas más grandes verás.
Y añadió:
- Os aseguro que veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subiendo y bajando por este Hombre."

  Al igual que ayer, seguimos viendo cómo la vocación se transmite con la ayuda de alguien que nos muestra a Jesús. Es así como podemos descubrir que Él nos ama, que Él confía en nosotros. Darnos cuenta de esto nos hace ver "los cielos abiertos". Nos hace descubrir a Dios en la vida, en los más pequeños detalles de ella.

"La fe cristiana no se distingue por la brillantez de sus explicaciones teológicas, ni por la integridad de las autoridades que la proponen, ni siquiera por el número de adeptos. Lo distintivamente cristiano es el modo de vivir de quien se dice discípulo del Resucitado. Ser discípulo comporta una marca contracultural en su identidad que no le permite ajustarse a los modos que la cultura del entorno propala. Si el cristiano no experimenta “el odio del mundo”, incluso en una sociedad cristianizada, quizá sea porque esa marca está diluida, y con ella su identidad bautismal más profunda. No se trata de vivir victimizados ni segregados frente al mundo, sino de mantener fresca la fidelidad a la causa de Jesús de Nazaret que lo volvió víctima de los poderes del mundo. El discípulo no reacciona con odio, ni se queda en el lado oscuro de la existencia; por el contrario, como San Juan anota, da el paso a la vida. Amar al hermano es el signo pascual por excelencia, porque construye puentes y no muros. ¿Qué hacemos para amar de verdad al hermano?" (Koinonía) 

viernes, 4 de enero de 2019

MOSTRAR A JESÚS


"Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús dijo:
– ¡Mirad, ese es el Cordero de Dios!
Los dos seguidores de Juan le oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que le seguían, les preguntó:
– ¿Qué estáis buscando?
Ellos dijeron:
– Maestro, ¿dónde vives?
Jesús les contestó:
– Venid a verlo.
Fueron, pues, y vieron dónde vivía; y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Le dijo:
– Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo). 
Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús, y cuando Jesús le vio, dijo:
– Tú eres Simón, hijo de Juan, pero serás llamado Cefas (que significa: Pedro)" 


Muchas veces nos preguntamos por la falta de vocaciones religiosas. Este evangelio puede darnos una respuesta. A Jesús se le encuentra por indicación de otro. Juan se lo muestra a sus dos discípulos. Uno de ello va a buscar a su hermano para indicarle que ha encontrado el Mesías. Luego se trata de ver dónde vive, cómo vive y quedarnos con Él. ¿Tenemos valor para mostrar a Jesús a nuestros jóvenes?
"Parece mentira, pero los medios para engañar son ahora más sofisticados que nunca; la inteligencia humana se ha aguzado hasta el refinamiento más para engañar y menos para vivir con verdad. El engaño es el desequilibrio de la justicia. Se engaña a otros para lucrar y sacar ventaja al costo de ellos. Y ante eso, los mecanismos para defender la justicia y el derecho también requieren afinarse. El discípulo de Cristo Jesús no puede servir al engaño, ni promoviéndolo ni solapándolo, mucho menos padeciéndolo. Cierto, no es un asunto menor, ni individual. Conscientes como ahora somos de que el pecado no solo es personal, sino que permea a las instituciones, vale la pena mirar los números de Transparencia Internacional en materia de corrupción. Ese observatorio señala que la apertura de los gobiernos, la libertad de prensa, las libertades civiles y los sistemas judiciales independientes son puntales para derrotar al engaño y la corrupción. ¿Qué estamos promoviendo en y desde nuestro entorno parroquial para vivir verdaderamente?" (Koinonía) 



jueves, 3 de enero de 2019

EL ESPÍRITU NOS LO HACE DESCUBRIR


"Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo:
- ¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! A él me refería yo cuando dije: ‘Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existía antes que yo.’ Yo mismo no sabía quién era él, pero he venido bautizando con agua precisamente para que el pueblo de Israel le conozca. 
Juan también declaró:
- He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma, y reposar sobre él. Yo aún no sabía quién era él, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo.’ Yo ya le he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios."


Juan nos lo muestra: Este es el cordero de Dios...Es el Espíritu quien se lo da a conocer. Si nosotros queremos conocerlo, debemos recurrir también al Espíritu. Es la oración y la meditación quien nos hará descubrirlo en los otros, en la vida, en nuestro interior.
"En la tradición cristiana, conocer a Dios no es primeramente un asunto de formarse ideas adecuadas o propias sobre él, sino de implementar la vida a partir de lo que sabemos de él. El punto crítico, que san Juan resalta en el fragmento de hoy, es el de su justicia. Si sabemos que Dios es justo, sus hijos no pueden vivir sino practicando la justicia. Lo contrario es el pecado. Hacer la justicia es una manera muy semita que equivale a cumplir los mandamientos de Dios, Padre. Esa práctica o ejercicio es lo que transforma la vida hasta manifestar lo que se es. Poco se habla del pecado en nuestros días, lo que no significa que esté ausente. La rebeldía al mandato de Dios tiene múltiples expresiones, y cada una de ellas patentiza un abuso a la dignidad humana; el pecado mina la imagen de Dios impresa en cada persona humana. No cabe dañarnos. ¿Cuáles expresiones de justicia queremos fomentar durante este año?" (Koinonía) 


miércoles, 2 de enero de 2019

LA VOZ


"Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era. Y él confesó claramente:
– Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
– ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías? 
Juan dijo:
– No lo soy.
Ellos insistieron:
– Entonces, ¿eres el profeta que había de venir? 
Contestó:
– No.
Le dijeron:
– ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó:
– Yo soy, como dijo el profeta Isaías,
‘Una voz que grita en el desierto:
¡Abrid un camino recto para el Señor!’
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron:
– Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó:
– Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis: ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias. 
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando." 

Ayer veíamos el ejemplo de María: confiar y guardar en el corazón. El evangelio de hoy, nos muestra el ejemplo de Juan: la fidelidad a la verdad. Juan es la voz del que grita en el desierto. Es consciente de su misión: anunciar la llegada del Señor. Juan será fiel a la verdad y la proclamará aunque nadie le escuche.
"Uno de los rasgos distintivos del discípulo de Jesucristo es su compromiso inalienable con la verdad, que sabemos, tiene diferentes acepciones, dependiendo del campo en el que estemos, pero en términos de la filosofía (amar la verdad) escolástica, “verdad” se le llama a la adecuación entre la inteligencia racional y el objeto. La persona es capaz de conocer lo que le rodea, de manera que puede establecer relaciones articuladas y coherentes con lo que le circunda. Cuando esa relación se pone en palabras tenemos expresiones de verdad que solicitan el asentimiento de los demás. Si la relación de la inteligencia con la realidad no es la adecuada, se producirán afirmaciones falsas. Distinguir entre verdad y falsedad es un ejercicio de la razón crítica o discernimiento, que muestra los límites y la justeza de lo conocido. En términos éticos, la distorsión intencional de la verdad es la mentira. San Juan apela a que nos mantengamos críticamente fieles a la verdad revelada en Cristo. ¿Corresponde lo que creemos con lo que conocemos de él? El Espíritu invita al conocimiento verdadero."(Koinonía) 

martes, 1 de enero de 2019

EL EJEMPLO DE MARÍA


"Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho. A los ocho días circuncidaron al niño y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel había dicho a María antes de que estuviera encinta."

Hoy, primer día del año, celebramos la festividad de María Madre de Dios. Los teólogos discuten sobre el sentido de "madre de Dios". Lo importante del evangelio de hoy, es contemplar a María con su Hijo y viendo cómo guardaba todas estas cosas en su corazón.
La maternidad divina de María es un misterio. Pero la imagen de María guardando en su corazón lo que veía y oía, todo aquello que le ocurría, es un ejemplo para nosotros. María con su sí, depositó toda su confianza en Dios. Y esto es lo que debemos hacer nosotros.
Un nuevo año comienza. Dispongámonos a mirarlo todo con ojos nuevos. Con ojos confiados en que to es gracia y todo debemos guardarlo en nuestro corazón. Un año en el que debemos proponernos meditar todo lo que nos acontezca. Un año para decir sí a Dios en nuestra vida.