miércoles, 2 de enero de 2019

LA VOZ


"Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era. Y él confesó claramente:
– Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
– ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías? 
Juan dijo:
– No lo soy.
Ellos insistieron:
– Entonces, ¿eres el profeta que había de venir? 
Contestó:
– No.
Le dijeron:
– ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó:
– Yo soy, como dijo el profeta Isaías,
‘Una voz que grita en el desierto:
¡Abrid un camino recto para el Señor!’
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron:
– Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó:
– Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis: ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias. 
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando." 

Ayer veíamos el ejemplo de María: confiar y guardar en el corazón. El evangelio de hoy, nos muestra el ejemplo de Juan: la fidelidad a la verdad. Juan es la voz del que grita en el desierto. Es consciente de su misión: anunciar la llegada del Señor. Juan será fiel a la verdad y la proclamará aunque nadie le escuche.
"Uno de los rasgos distintivos del discípulo de Jesucristo es su compromiso inalienable con la verdad, que sabemos, tiene diferentes acepciones, dependiendo del campo en el que estemos, pero en términos de la filosofía (amar la verdad) escolástica, “verdad” se le llama a la adecuación entre la inteligencia racional y el objeto. La persona es capaz de conocer lo que le rodea, de manera que puede establecer relaciones articuladas y coherentes con lo que le circunda. Cuando esa relación se pone en palabras tenemos expresiones de verdad que solicitan el asentimiento de los demás. Si la relación de la inteligencia con la realidad no es la adecuada, se producirán afirmaciones falsas. Distinguir entre verdad y falsedad es un ejercicio de la razón crítica o discernimiento, que muestra los límites y la justeza de lo conocido. En términos éticos, la distorsión intencional de la verdad es la mentira. San Juan apela a que nos mantengamos críticamente fieles a la verdad revelada en Cristo. ¿Corresponde lo que creemos con lo que conocemos de él? El Espíritu invita al conocimiento verdadero."(Koinonía) 

1 comentario:

  1. Sant Joan apel·la que ens mantinguem críticament fidels a la veritat revelada en Crist.

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