"A partir de entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley le harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle, diciendo:
– ¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Eso no te puede pasar!
Pero Jesús se volvió y dijo a Pedro:
– ¡Apártate de mí, Satanás, pues me pones en peligro de caer! ¡Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres!
Luego Jesús dijo a sus discípulos:
– El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la recobrará. ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? El Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a sus hechos."
Las tres lecturas de hoy nos señalan cual es la forma para seguir a Jesús: ENAMORARSE de Él. Y no se trata de un camino fácil, de un romanticismo adolescente, sino de un camino de entrega total. En la primera lectura Jeremías se lamentaba:
"Señor, tú me sedujiste, y yo me dejé seducir; eras más fuerte, y me venciste. A todas horas soy motivo de risa; todos se burlan de mí. Siempre que hablo es para anunciar violencia y destrucción; continuamente me insultan y me hacen burla porque anuncio tu palabra. Si digo: No pensaré más en el Señor; no volveré a hablar en su nombre, entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me penetra
hasta los huesos. Trato de contenerla, pero no puedo."
Es mucho más fácil ignorar a Dios, no seguirlo; porque ello comporta dejar nuestra vida cómoda y entregarnos totalmente. Es lo que nos pide Pablo en la segunda lectura:
"Por tanto, hermanos míos, os ruego por la misericordia de Dios que os presentéis a vosotros mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que debéis ofrecer. No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contrario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto."
Pedro, que el domingo pasado se las prometía muy felices oyéndose llamar piedra sobre la que se construirá la Iglesia, hoy ve como Jesús le llama Satanás. Simplemente porque no ha entendido lo que significa seguir a Jesús. Y me temo que nosotros seguimos sin entenderlo. O bien pensamos en una Iglesia poderosa, triunfante, aclamada por todos y llena de privilegios, o interpretamos tomar la cruz como hacer ayunos y penitencias.
Tomar la cruz es tomar nuestra vida y seguir tras Él. Y su camino no es un camino de honores. Es el camino del hambriento, del sediento, del desnudo, del encarcelado...Para seguirlo hay que estar enamorados. Y no nos extrañemos si, en algún momento, nos arrepentimos de habernos enamorado. Si sentimos que esa cruz se nos hace muy pesada...Si querríamos ser alabados por todos en vez de sentirnos incomprendidos y rechazados. Pero si realmente estamos enamorados, si un día sucumbimos a su seducción, no podremos evitar el seguirle a pesar de todo.
La vida no se gana con poder, con honores, con riquezas. La vida se gana viviéndola plenamente, siguiendo a Aquél que es el único que le da verdadero sentido. Siguiendo al verdadero Hombre y luchando para hacer de ella un mundo de fraternidad y de justicia. Luchando para que venga el Reino hasta nosotros...
El error de Pedro es querer colocarse delante de Jesús. En querer marcarle el camino, en vez de ponerse detrás y seguirle. Nuestro error es querer fabricar una Iglesia a nuestra medida. Una Iglesia de poder e influencia. Jesús nos dice: Ponte detrás, toma tu vida y sígueme...
El error de Pedro es querer colocarse delante de Jesús. En querer marcarle el camino, en vez de ponerse detrás y seguirle. Nuestro error es querer fabricar una Iglesia a nuestra medida. Una Iglesia de poder e influencia. Jesús nos dice: Ponte detrás, toma tu vida y sígueme...
Ay Joan Josep.
ResponderEliminarHoy día está de moda la psicología del egoismo.
Yo tambien digo que hay querese para poder querer a los demás, mpero hasta cierto punto.
Me acuerdo que mi padre me decía que el amor y el matrimonio era sacrificio.
Mis padres siempre vivieron juntos hasta que la muerte los separó.
Si vivimos en el yo, yo y solo yo, la pareja o el matrimonio se destruye.
A veces hay que renunciar a muchas cosas por amor.
Y así ocurre con el amor de Dios, que a veces su voluntad, no es la nuestra.
Bueno Joan Josep, no me enrollo más.
una abraçada germá, Montserrat
Hoy me emociono con el Evangelio.
ResponderEliminarAdemás, Jeremías es para mí GRANDE entre los grandes.
Él se dejó seducir y en estas frases queda claro ese enamoramiento:"Si digo: No pensaré más en el Señor; no volveré a hablar en su nombre, entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me penetra hasta los huesos..".
Qué hermoso es !
Tengo un amigo cristiano que siempre que le encuentro ,está sonriendo.Y me pregunto y me respondo:Es el amor a Dios lo que le hace vivirlo con esa sonrisa de paz y verdad.
Besucos hermano
Gó
"Toma tu vida y sígueme", son palabras muy bonitas pero bastante más duras de lo que parecen, olvidarnos de nosotr@s mism@s y ponernos detrás de Él siguiéndole en silencio,no es nada fácil, pero es lo que Él nos pide, aunque a veces nos cueste mucho escucharle
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana