"Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era. Y él confesó claramente:
– Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
– ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?
Juan dijo:
– No lo soy.
Ellos insistieron:
– Entonces, ¿eres el profeta que había de venir?
Contestó:
– No.
Le dijeron:
– ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
Juan les contestó:
– Yo soy, como dijo el profeta Isaías,
‘Una voz que grita en el desierto:
¡Abrid un camino recto para el Señor!’
Los que habían sido enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron:
– Pues si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
Juan les contestó:
– Yo bautizo con agua, pero entre vosotros hay uno que no conocéis: ese es el que viene después de mí. Yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias.
Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania,y al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando."
Este evangelio nos dice que Juan bautizaba en Betania. El nombre del lugar no podía ser más adecuado: Betania significa "la casa del testimonio".Eso es precisamente lo que viene a hacer Juan; dar testimonio de Jesús. Las personas "religiosas" de su tiempo, al contrario de la gente sencilla, no se fían de Juan y quieren saber quién es. Juan les responde que él es una voz que clama en el desierto y que a quien deben de buscar es a uno que ya está en medio de ellos "y no lo conocen".
El Evangelio hay que leerlo hoy y nos sigue diciendo que Él está en medio de nosotros y no lo conocemos. Las personas "religiosas" de hoy y de todos los tiempo, hemos escrito innumerables libros de teología, pronunciado millones de sermones, escrito múltiples artículos...,pero seguimos sin conocerlo. Porque no escuchamos a las voces que claman en el desierto. Isaías, en la primera lectura de hoy, nos señala lo que dicen esas voces. Es un texto que Jesús se lo aplicó a Él mismo en la sinagoga de Nazaret y que nos señala quienes son sus verdaderos discípulos.
"El espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha consagrado;
me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres,
a aliviar a los afligidos,
a anunciar libertad a los presos,
puertas abiertas a los encarcelados;
a proclamar el año favorable del Señor,
el día en que nuestro Dios
nos vengará de nuestros enemigos.
Me ha enviado a consolar a los tristes..."
El verdadero discípulo no es el que se cree profeta, teólogo, predicador...sino el que muestra al Desconocido; la voz que clama en el desierto y nos muestra a Jesús. No es aquel que busca honores y prebendas y se cree sabio y conocedor de todo, sino el que acoge a los pobres, alivia a los afligidos y abre las puertas a los encarcelados. El Evangelio es repetitivo en esto y nosotros somos ciegos a ello y transformamos el mensaje de Jesús en ideas, textos, mandatos...El Evangelio es amor, no teorías...
Si queremos ser discípulos de Jesús, hemos de ser voces que claman en el desierto, voces que lo señalan a Él. Y para ello lo hemos de hacer visible con nuestras obras: luchando por la justicia, consolando al que sufre, proclamando la misericordia...
El papel de testigo no es fácil. Por ello la oración y la comunidad son necesarias para darnos fuerzas. Y hemos de tener la humildad de Juan. Nosotros sólo bautizamos con agua. El verdadero Fuego lo da Jesús. Por eso nuestro trabajo ha de ser, ocultarnos nosotros y mostrarlo a Él...
Este evangelio nos dice que Juan bautizaba en Betania. El nombre del lugar no podía ser más adecuado: Betania significa "la casa del testimonio".Eso es precisamente lo que viene a hacer Juan; dar testimonio de Jesús. Las personas "religiosas" de su tiempo, al contrario de la gente sencilla, no se fían de Juan y quieren saber quién es. Juan les responde que él es una voz que clama en el desierto y que a quien deben de buscar es a uno que ya está en medio de ellos "y no lo conocen".
El Evangelio hay que leerlo hoy y nos sigue diciendo que Él está en medio de nosotros y no lo conocemos. Las personas "religiosas" de hoy y de todos los tiempo, hemos escrito innumerables libros de teología, pronunciado millones de sermones, escrito múltiples artículos...,pero seguimos sin conocerlo. Porque no escuchamos a las voces que claman en el desierto. Isaías, en la primera lectura de hoy, nos señala lo que dicen esas voces. Es un texto que Jesús se lo aplicó a Él mismo en la sinagoga de Nazaret y que nos señala quienes son sus verdaderos discípulos.
"El espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha consagrado;
me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres,
a aliviar a los afligidos,
a anunciar libertad a los presos,
puertas abiertas a los encarcelados;
a proclamar el año favorable del Señor,
el día en que nuestro Dios
nos vengará de nuestros enemigos.
Me ha enviado a consolar a los tristes..."
El verdadero discípulo no es el que se cree profeta, teólogo, predicador...sino el que muestra al Desconocido; la voz que clama en el desierto y nos muestra a Jesús. No es aquel que busca honores y prebendas y se cree sabio y conocedor de todo, sino el que acoge a los pobres, alivia a los afligidos y abre las puertas a los encarcelados. El Evangelio es repetitivo en esto y nosotros somos ciegos a ello y transformamos el mensaje de Jesús en ideas, textos, mandatos...El Evangelio es amor, no teorías...
Si queremos ser discípulos de Jesús, hemos de ser voces que claman en el desierto, voces que lo señalan a Él. Y para ello lo hemos de hacer visible con nuestras obras: luchando por la justicia, consolando al que sufre, proclamando la misericordia...
El papel de testigo no es fácil. Por ello la oración y la comunidad son necesarias para darnos fuerzas. Y hemos de tener la humildad de Juan. Nosotros sólo bautizamos con agua. El verdadero Fuego lo da Jesús. Por eso nuestro trabajo ha de ser, ocultarnos nosotros y mostrarlo a Él...
Bon diumenge Joan Josep:
ResponderEliminarEs precioso el video y lo que hoy tu nos manifiestas en tu Post.
Es maravilloso las personas que saben ocultarse para manifestar la presencia de Jesús en la tierra, que está entre los pobres, los enfermos, los que sufren.
¡Ojalá toda la humanidad aprendiéramos a hacerlo!
Una abraçada, Montserrat
Muy bella reflexión para este domingo.
ResponderEliminarUn saludo