LOS TRES AMORES

Tengo amigos drogadictos, amigos alcohólicos, amigos que se sienten inútiles, amigos que han intentado suicidarse...Hoy rebuscando papeles en carpetas medio olvidadas, he encontrado este texto del jesuita y cantautor francés, Aimé Duval. Y  al leerlo, he pensado en ellos.

Los de mi edad lo recordaréis. De concierto en concierto, se encontró un día que estaba enganchado al alcohol. Entró en Alcohólicos Anónimos. Escribió un libro en el que narra su problema y su recuperación: "El niño que jugaba con la luna." (Ed. Sal Terrae, Santander). De allí copio este texto:

"Cuando pienso en mi dulce y bondadosa madre, sé que ella me enseñó a amar a Dios (aun sin hablarme de él) y a los demás; pero no me enseñó a amarme a mí mismo. Ni a defenderme.

Hoy pienso que estos tres amores (a Dios, a los demás y a sí mismo) deberían tener la misma intensidad.

Amar a Dios sin amar a los demás es beatería.

Amar a los demás sin amar a Dios (conociendo a éste) es falta de lógica del espíritu.

Amarse a sí mismo sin amar a los demás da lugar a un mundo inhabitable para los mejores de los hijos de los hombres; un mundo en el que la violencia acabará estrangulando a los que sobrevivan.

Amar a los demás sin amarse a sí mismo es una enfermedad que puede llevar al alcohol.

Ahora, sobrio desde hace catorce años, sé que mi felicidad depende del equilibrio entre estos tres amores".

Es decir, que hemos de amar a Dios con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros mismos...Si no nos amamos a nosotros, ¿cuál será el amor que tenemos a los demás? Autoestima no es lo contrario de humildad. Lo opuesto a humildad es orgullo, que es algo muy distinto.