Hacía frío. Un viento helado azotaba la ciudad, pero, bien abrigados, salieron hacia la ladera del Tibidabo. En el monasterio de San Matías, rezaron un buen rato en la capilla de las Madres Jerónimas. Luego, por un sendero, se dirigieron al Camí de les Aigues. La ciudad se extendía a sus pies, con la claridad de una atmósfera transparente y limpia a causa del viento. Entonces el Anacoreta dijo:
- Salir...hemos de salir. Dios dijo a Abraham "sal de tu tierra..." Y así comenzó todo. Otro día le hizo salir de su tienda y contemplar las estrellas...A Moisés lo sacó de la tranquilidad de los rebaños de Jetró y lo envió a salvar a su pueblo en Egipto. Jesús, antes de partir, envió a sus discípulos a proclamar la Buena Nueva por toda la tierra...
Se detuvo un momento pensativo. Luego prosiguió:
- Nosotros queremos una iglesia encerrada en sí misma. En la que todo esté medido, legislado, dicho, seguro...Pero Dios nos sigue pidiendo que salgamos de nuestro egoísmo, de nuestra tranquilidad, de la comodidad...Quiere que salgamos y nos dirijamos hacia los demás; aunque eso nos haga perder nuestras seguridades; aunque nos ensuciemos con el barro del camino...
Y descendieron, poco a poco, hacia la ciudad...
Cuidado Joan Joep:que los religiosos:podeis pecar por servir dos amos ha la vez.Aveces se sirve ah la iglesia:y no ah Dios.
ResponderEliminarNo tiene que ir necesariamente unido,puesto que la iglesia es de hombres;y todos sabemos que hay cosas que no se pueden hacer en nombre de Diosy que la iglesia ha hecho,Una abrçada