Hay que nacer cada día. Cada mañana, cuando abrimos los ojos, nacemos nuevamente a la vida...El niño cuando nace abandona el seno materno, se desprende de la matriz y corta el cordón umbilical. Nacer cada día es desprendernos de todo lo que nos ata, de nuestro ego.
Es agarrar con nuestras manos el nuevo día, lo bueno y lo malo, la luz y la oscuridad.
El niño al nacer se abre a lo desconocido, ya no tiene las referencias del claustro materno. Cada mañana hemos de abrirnos a la inmensidad, abrazar esa nueva luz de cada amanecer, que aún no hemos estrenado.
nacer cada día es lanzarse en busca del Otro. Buscar el contacto, el amor, la relación con los que nos rodean.
Nacer es empezar de nuevo cada día...porque cada día es diferente.
Nacemos cada día...
Nacer y permanecer en los brazos de Dios...
Nacer y permanecer en los brazos de Dios...
Al abrir los ojos cada mañana, nacemos y lo primero que deberíamos hacer es bendecir y agradecer la oportunidad de volver a disfrutar de ese nuevo día, ponernos el traje de la alegría y una sonrisa de oreja a oreja ¡qué mejor manera de vivir, disfrutar y compartir el día! Un abrazo
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