Con la denominación de "Día del Señor", es como se conoce el domingo en la cultura cristiana. ¿Lo seguimos considerando así? Nuestra sociedad llena de actividades, ¿puede dedicar este día a Dios?
Para empezar, debemos aclarar el significado de este día, el por qué. La fiesta central del cristiano es la Pascua. Aquel Dios que se hizo hombre en Navidad, nos hace dioses a los hombres por su resurrección. pascua no es la fiesta de un día. Pero como dijo san Atanasio: "Cristo resucitado hace de nuestra vida una celebración sin fin." Cada día deberíamos vivir esa alegría, esa celebración de que somos Uno con Dios.
Los hombres necesitamos recordatorios, momentos claves que nos ayuden a centrarnos y a recordar que debemos seguir avanzando. Los cristianos hemos escogido, el domingo, el día del Señor, para hacer actual, vital, ese momento de la Pascua, ese momento central.
La obligación de la asistencia a la Eucaristía tiene esa finalidad. Hacernos vivir la Pascua. Pero no se vive de obligaciones, sino de actos libres. La Eucaristía la hemos convertido en un acto rutinario, sin vida, aburrido y sin sentido para mucha gente. Las iglesias, salvo algunas excepciones, se ven medio vacías los domingos. Las familias, separadas por mil actividades durante la semana, aprovechan el domingo para salir juntas de la ciudad. Los solitarios, hartos del trabajo de la semana, esperan el domingo para huir de su vida cotidiana. ¿Dónde queda el día del Señor? Hemos hecho del domingo un tiempo de huida, de salida, de fuga de nosotros mismos. Ahí es imposible encontrar al Señor¿Cómo devolver el sentido al Día del Señor?
Es cierto que el domingo debe usarlo el hombre para descansar, divertirse, reunirse la familia. Pero también es cierto que falta algo más. El domingo por la noche sentimos una cierta sensación de vacío. No es solamente la sensación de que el día se ha acabado y que el lunes nos espera con el regreso a lo cotidiano. Es el vacío de que algo se nos ha escapado durante el día: la dimensión espiritual. Es el vacío de que hemos vivido volcados hacia fuera y hemos olvidado nuestro interior.
Viendo la sociedad actual, es difícil ver qué deberíamos hacer para devolver al domingo el sentido de Día del Señor. Corremos el riesgo de empezar la casa por el tejado. Si durante la semana hemos dejado totalmente abandonada nuestra vida espiritual, nuestra vida interior, ya podemos montar unos "domingos verbeneros" que no nos dirán nada. Menos se trata de crear obligaciones. Cierto, que nuestra vida no nos ayuda a pensar en Dios durante el día. Somos nosotros los que debemos ayudarnos. Si no nos sentimos discípulos...todo lo que hacemos es simplemente cumplir obligaciones. Sentirnos discípulos es seguir a Jesús en todo lo que hacemos. En el autobús, en el trabajo, en la familia...Ser discípulos significa tomar un compromiso social y dedicar horas de la semana a los demás. Sólo entonces tendrá sentido, no sólo lo tendrá, sino que será una necesidad para nosotros, el dedicar un día al Señor. El reunirnos y compartir con el señor y con mi comunidad, que eso es la Eucaristía. Dejar tras nosotros toda la miseria y tristeza y hacer de nosotros hombres nuevos.
Me gustaría que me dierais vuestra opinión. Que me explicarais cómo lo veis vosotros, qué solución veis...
Pobre de mi Joan Josep:yo no soy nadie,porque no boy a misa;pero te digo una cosa en mi trabajo,cuando estava llevando una maquina:siempre he rezado algun padre nuestro y alguna avemaria.Una abraçada
ResponderEliminarEsto estoy dando yo ahora en clase, me vendrá bien. Un besazo
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