"Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún profeta.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? – les preguntó.
Simón Pedro le respondió:
– Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Entonces Jesús le dijo:
– Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en el cielo.Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia; y el poder de la muerte no la vencerá. Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo.
Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías."
Esta pregunta nos la hace Jesús a cada uno de nosotros. Y podemos cometer el error de responder lo que aprendimos en catequesis o ponernos a escribir libros profundos de cristología. Esta pregunta, como nos indica la Hna. Regina en el vídeo, la debemos responder en la paz de la meditación, en el interior de nuestro corazón; porque de la respuesta depende nuestro futuro.
Si de verdad logramos interiorizar la persona de Jesús en nuestro corazón, nuestra vida quedará impregnada de Él y al conocerlo también nos conoceremos a nosotros. Cambiaremos nuestra vida y cambiaremos el mundo. Haremos que el Reino empiece en este mundo. Porque creer no es creer en algo, sino en Alguien. Si de verdad lo encontramos en nuestra meditación, sabremos encontrarlo después en el otro, en el hermano, en el hombre. Tendremos las llaves del Reino: sabremos luchar por la justicia e intentaremos llenar este mundo de Amor.
Demasiadas veces nuestra idea de Jesús, es una imagen infantil, acaramelada, sentimentaloide, que no se corresponde con la de Quien dio la vida por todos los hombres, los que nos gustan y los que no. Un Jesús que para resucitar tuvo que pasar antes por la cruz. Un Jesús que nos señala cuál es nuestro camino. Un Jesús que caminará a nuestro lado en todo momento. En las dificultades y en las alegrías, porque lo llevamos en el corazón.
Si de verdad logramos interiorizar la persona de Jesús en nuestro corazón, nuestra vida quedará impregnada de Él y al conocerlo también nos conoceremos a nosotros. Cambiaremos nuestra vida y cambiaremos el mundo. Haremos que el Reino empiece en este mundo. Porque creer no es creer en algo, sino en Alguien. Si de verdad lo encontramos en nuestra meditación, sabremos encontrarlo después en el otro, en el hermano, en el hombre. Tendremos las llaves del Reino: sabremos luchar por la justicia e intentaremos llenar este mundo de Amor.
Demasiadas veces nuestra idea de Jesús, es una imagen infantil, acaramelada, sentimentaloide, que no se corresponde con la de Quien dio la vida por todos los hombres, los que nos gustan y los que no. Un Jesús que para resucitar tuvo que pasar antes por la cruz. Un Jesús que nos señala cuál es nuestro camino. Un Jesús que caminará a nuestro lado en todo momento. En las dificultades y en las alegrías, porque lo llevamos en el corazón.
Hola Joan Josep.
ResponderEliminarTenim tntes maneras d´interpretar la persona de Jesús
I Sant Pere ho va acertar..
Es cert que el pensament amb Ell, va que la vida sigui més sencilla i plena.
Una abraçada, Montserrat