Señor, bendice nuestras manos,
para que sean delicadas y sepan tomar,
sin nunca aprisionar.
Que sepan dar, sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice nuestros ojos,
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca aquello que pasa desapercibido.
Que ven bajo toda superficie,
para que los demás se sientan felices
por nuestra forma de mirarlos.
Señor, bendice nuestros oídos,
para que sepan oír tu voz
y percibir con claridad
el grito de los afligidos.
Que sepan permanecer sordos
a los ruidos inútiles a la charlatanería,
pero no a las voces que gritan
y piden ser escuchadas,
aunque interpelen nuestra comodidad.
Señor, bendice nuestras bocas,
para que den testimonio de Ti
y no digan nada que hiera o destruya.
Que sólo pronuncien palabras que alivien,
que nunca traicionen confidencias y secretos,
que consigan despertar sonrisas
y que digan palabras que eduquen y enseñen.
Señor, bendice nuestros corazones,
para que sean templos vivos de tu Espíritu
y sepan dar calor y refugio.
Que sean generosos en perdonar y comprender
y aprendan a compartir dolor y alegría,
penas y sufrimientos y siempre con un gran amor.
Que Así sea, Señor.
ResponderEliminarUna abraçada, Montserrat