El joven seguidor andaba preocupado. Se quejaba de que no tenía tiempo para hacer todas las cosas que quería. El Anacoreta rió alegremente y le dijo:
- El tiempo es relativo. La desdicha de nuestro tiempo es precisamente que lo hemos convertido nada más que en tiempo y no queremos hablar de eternidad.
Lo miró con cariño y concluyó:
- Lo importante no es la cantidad de cosas que hacemos sino su calidad. Si vives intensamente con amor lo que haces, tendrás auténticos momentos de eternidad...
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