"Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para prepararle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirle, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto le dijeron:
– Señor, si quieres, diremos que baje fuego del cielo para que acabe con ellos.
Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea."
Jesús inicia su camino hacia la Cruz. Para ir de Galilea a Jerusalén, debe cruzar Galilea. Allí se encuentra que en una aldea no quieren recibirlo. Los discípulos quieren vengarse haciendo descender fuego sobre ella. Al fanatismo de los samaritanos, que no quieren recibir a Jesús porque se dirige a Jerusalén, responden los discípulos con más fanatismo. Quieren destruirlos porque no aceptan a Jesús.
Jesús los reprende. La Palabra no se impone. La Palabra debe aceptarse libremente. Al fuego destructor de los discípulos, Jesús contrapone el fuego de su Amor, que acepta y ama a todos. Ya llegará el día en el que los samaritanos acepten la Palabra.
A lo largo de la historia, la Iglesia ha querido a veces imponer su doctrina empleando la violencia. No es ese el camino señalado por Jesús. Nadie debe imponer sus ideas. Hay que convencer. Y esto se hace con el ejemplo de nuestras vidas, como hizo Jesús.
Jesús inicia su camino hacia la Cruz. Para ir de Galilea a Jerusalén, debe cruzar Galilea. Allí se encuentra que en una aldea no quieren recibirlo. Los discípulos quieren vengarse haciendo descender fuego sobre ella. Al fanatismo de los samaritanos, que no quieren recibir a Jesús porque se dirige a Jerusalén, responden los discípulos con más fanatismo. Quieren destruirlos porque no aceptan a Jesús.
Jesús los reprende. La Palabra no se impone. La Palabra debe aceptarse libremente. Al fuego destructor de los discípulos, Jesús contrapone el fuego de su Amor, que acepta y ama a todos. Ya llegará el día en el que los samaritanos acepten la Palabra.
A lo largo de la historia, la Iglesia ha querido a veces imponer su doctrina empleando la violencia. No es ese el camino señalado por Jesús. Nadie debe imponer sus ideas. Hay que convencer. Y esto se hace con el ejemplo de nuestras vidas, como hizo Jesús.
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