"Al salir Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo:
– Sígueme.
Mateo se levantó y le siguió.
Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos cobradores de impuestos, y otra gente de mala fama, llegaron y se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos:
– ¿Cómo es que vuestro maestro come con los cobradores de impuestos y los pecadores?
Jesús los oyó y les dijo:
– Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios.’ Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."
Mateo era recaudador de impuestos para Roma. Una persona odiada por colaborar con el invasor y que seguramente hacía trampas en sus cobros. Sin embargo Jesús lo llama y él no duda en seguirle. Nosotros ya lo habríamos clasificado como indeseable y lo habríamos tachado de nuestra lista. Luego encontramos a Jesús comiendo en casa de Mateo con gente de "mala fama". Otros que nosotros habríamos borrado de nuestra lista. La razón de Jesús es muy clara: son los enfermos los que necesitan el médico. Son las personas que andan descarriadas y despistadas, las que necesitan alguien que les guíe. Y nunca podremos ayudarlas a encontrar el camino si las borramos de nuestra lista; si las evitamos y las condenamos de ante mano. Si somos verdaderos discípulos de Jesús, debemos tender la mano a todo el mundo. Quien sabe la de "Mateos" que nos están esperando. |
miércoles, 21 de septiembre de 2016
MATEO EL PUBLICANO
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