- Si alguno no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Si alguno de vosotros quiere construir una torre, ¿acaso no se sentará primero a calcular los gastos y ver si tiene dinero para terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, si no puede terminarla, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.’ O si un rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿no se sentará primero a calcular si con diez mil soldados podrá hacer frente a quien va a atacarle con veinte mil? Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos le enviará mensajeros a pedirle la paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser mi discípulo."
La primera lectura de este evangelio puede causarnos estupor. ¿Nos está pidiendo Jesús que no amemos a nuestra familia?¿Nos está pidiendo que no seamos nosotros mismos? Jesús nos está diciendo que seguirlo es tan importante, que no lo podemos hacer sin medir todas las consecuencias.
El día que nos encontramos realmente con Él, no podemos si no dejarlo todo. Desde este día todo lo vemos referido a Él. No es que no amemos a nuestra familia ni a los demás. Si no que a partir de ese instante lo vemos a Él en nuestra familia y a los otros. No sólo no dejamos de amarlos, sino que los amamos más.
El día que nos encontramos con Él, no sólo no renunciamos a nosotros mismos, sino que pasamos a "ser" realmente nosotros, porque vivimos en Él.
Si miramos nuestras vidas, reconoceremos que estamos muy lejos de seguir a Jesús de verdad. Nos da miedo ese encuentro total. Sin embargo, sólo así dejaremos de "tener" y pasaremos a "ser". debemos dejarlo todo, para conseguirlo a Él, que es el TODO.
El día que nos encontramos realmente con Él, no podemos si no dejarlo todo. Desde este día todo lo vemos referido a Él. No es que no amemos a nuestra familia ni a los demás. Si no que a partir de ese instante lo vemos a Él en nuestra familia y a los otros. No sólo no dejamos de amarlos, sino que los amamos más.
El día que nos encontramos con Él, no sólo no renunciamos a nosotros mismos, sino que pasamos a "ser" realmente nosotros, porque vivimos en Él.
Si miramos nuestras vidas, reconoceremos que estamos muy lejos de seguir a Jesús de verdad. Nos da miedo ese encuentro total. Sin embargo, sólo así dejaremos de "tener" y pasaremos a "ser". debemos dejarlo todo, para conseguirlo a Él, que es el TODO.
"Amb la força del Senyor de cap mal no tindrem por", cntava de petita, de vegades alguns Evangelis amb costan d´entendre, perque amb semblan durs, gràcies per les teves reflexions.
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