miércoles, 6 de diciembre de 2023

CURAR Y ALIMENTAR

 

Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel.
 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
– Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino.
 Sus discípulos le dijeron:
– Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?
 Jesús les preguntó:
– ¿Cuántos panes tenéis?
– Siete y unos pocos peces –le contestaron.
 Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes.


Jesús curaba y alimentaba. Es decir, se preocupaba por los demás, se preocupa por nosotros. Y si queremos seguirlo, también nosotros debemos hacer lo mismo. La espiritualidad nos debe llevar a Dios a través de los demás. Es amando al prójimo que amamos a Dios.

"Jesús una vez más dónde se siente a gusto, en su Galilea de mar abierto, de aires de libertad y fraternidad. Galilea de bienaventuranzas, de curaciones… Allí se encuentra con los últimos que pasan a los primeros puestos, a los del Reino: “tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros”. Todos excluidos por una sociedad que descubría el pecado en muchas de las fragilidades de esa lista de personas y de otras muchas personas que no están en ella. Pureza-impureza, sagrado-profano son los opuestos que limitan la vida de muchos seres humanos y que identifican enfermedad con pecado y pecado con exclusión. Una dinámica perversa que hoy sigue estando algo presente en la actualidad. Jesús cura y reintegra en una nueva realidad que es el Reino y, por eso, la “gente se admiraba”.
Pero por si toda esta actividad fuese poca Jesús aun da un paso más y siente más compasión. Se preocupa por algo que parece que a todo el mundo le pasa desapercibido: esas personas tienen hambre. Y la solución no quiere que sea solo de él, por eso involucra a los discípulos para que dejen de ser meros espectadores. Ellos aportan panes y peces, solo unos pocos, pero todo lo que tienen (como la viuda de Sarepta, como S. Francisco, como tantos otros). Con poco se hace mucho, pero ese poco hay que ponerlo y muchas veces nos cuesta.
Con los panes y los peces se hace eucaristía, alimento que se parte, se reparte y que sacia. Aún más, se desborda hasta tener que recoger las sobras, porque nada se desperdicia en la dinámica del Reino."
(Miguel Tombilla cmf, Ciudad Redonda)

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