lunes, 11 de diciembre de 2023

CURAR Y PERDONAR

  

Un día estaba Jesús enseñando, y se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. El poder de Dios se manifestaba en Jesús cuando curaba a los enfermos. En esto llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Querían meterlo en la casa y ponerlo delante de Jesús, pero no encontraban por dónde entrar porque había mucha gente; así que subieron al techo, y haciendo un hueco entre las tejas bajaron al enfermo en la camilla, allí en medio de todos, delante de Jesús. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo:
– Amigo, tus pecados quedan perdonados.
 Entonces los maestros de la ley y los fariseos comenzaron a pensar: ¿Quién es este, que se atreve a decir palabras ofensivas contra Dios? Tan sólo Dios puede perdonar pecados.
 Pero Jesús, dándose cuenta de lo que estaban pensando, les preguntó:
– ¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’ o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico:
– A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
 Al momento, el paralítico se levantó delante de todos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios. Todos se quedaron asombrados y alabaron a Dios, y llenos de miedo dijeron:
– Hoy hemos visto cosas maravillosas.

Aquí la Fe es de los hombres que llevaban la camilla y superaron todos los obstáculos que encontraron para llevar al paralítico a Jesús. Un Jesús que curaba y sobre todo perdonaba. Pedir perdón por nuestras faltas es querer volver a andar, a vivir plenamente. Y Jesús nos dará ese perdón con toda seguridad. Y como aquellos que transportaban al paralítico, nosotros debemos acompañar hasta Jesús, a aquellos que no caminan porque necesitan su perdón.
 
"Dice el evangelio de hoy que “el poder del Señor lo impulsaba a curar”. Sigue apareciendo el cuidado como una constante de la misión de Jesús y como una característica central del Reino. Las personas se agolpan para escucharlo, pero también para ser sanadas, para ser reintegradas como ciudadanos del Reino. Existe una relación profunda entre el cuidado y perdón y en este relato, que está lleno de detalles, lo podemos percibir.
El gran milagro es el perdón, pero los publicanos y los fariseos se niegan a creer que Jesús pueda hacerlo. Es un blasfemo, alguien que se atribuye acciones de Dios. Pero en su cobardía solo lo piensan, no son capaces de verbalizarlo porque los demás sí que lo creen. Y el Nazareno, que conoce los corazones, les hace la pregunta que no tienen que contestar porque él mismo la responde con la acción de curar. Perdona curando o cura perdonando. Ambos unidos indisolublemente y ambos igual de creíbles o increíbles para aquellos que confían o no en un Hijo del hombre que siempre apuesta por regalar vida en abundancia.
Y el paralítico, curado y perdonado o perdonado o curado (tanto da), se marcha con su camilla bajo el brazo y no ya sobre ella ajeno a toda confrontación porque el ha tenido el regalo de creer."
(Miguel Tombilla cmf, Ciudad Redonda)

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