martes, 5 de diciembre de 2023

LOS PEQUEÑOS

  


En aquel momento, Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer.
Volviéndose a los discípulos les dijo aparte: Dichosos quienes vean lo que estáis viendo vosotros, porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; desearon oir lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

Es una constante en las enseñanzas de Jesús. Son los sencillos los que realmente captan la realidad de Dios. El orgullo, la prepotencia, nos alejan de Dios, porque también nos alejan de los demás. Sólo el sencillo es capaz de amar. Y a Dios solamente se llega por el Amor.

"Este evangelio lo podríamos considerar como la piedra Rosetta de los demás textos. En él se detalla quienes son los que entienden el mensaje: “los pequeños”. El mensaje llega a muchos, como la semilla que se lanza a boleo sin prever dónde va a caer.
La revelación, el conocimiento profundo (no solo la escucha superficial) la decide el Padre, él es quien toma la iniciativa. Pero no solo la de comunicar, sino también la de “esconder”. Los “sabios y los entendidos” no pueden entender correctamente la Buena Noticia. Y no porque sean incapaces de hacerlo por ellos mismos, sino porque el mensaje les llega codificado por parte del Padre.
De este modo los sabios y entendidos quedan enfrentados a los sencillos. Son dos maneras de vivir y de entender lo que se está viviendo. Dos maneras de acercarse a una imagen u otra de Dios, la Iglesia, a la comunidad y a la sociedad.
Son preciosas las últimas líneas de la narración, la bienaventuranza que también está dirigida a cada uno de nosotros. Vemos y oímos lo que muchos profetas y reyes quisieron ver y oír y no lo consiguieron. Somos bienaventurados, somos profetas y reyes y sacerdotes, todos. Pero todos iguales, esencialmente hermanos y hermanas. Somos lo que Dios quiere que seamos y lo que nosotros queramos aceptar de Dios. Somos o el Padre quiere que seamos sencillos, por lo menos que nos abramos a este regalo."
(Miguel Tombilla cmf, Ciudad Redonda)

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