viernes, 14 de junio de 2024

DESHACERNOS DEL MAL

 Habéis oído que antes se dijo: ‘No cometas adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira con codicia a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Por tanto, si tu ojo derecho te hace caer en pecado, sácalo y échalo lejos de ti; mejor es que pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace caer en pecado, córtala y échala lejos de ti; mejor es que pierdas una sola parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
También se dijo: ‘Cualquiera que se separe de su esposa deberá darle un certificado de separación.’ Pero yo os digo que todo aquel que se separa de su esposa, a no ser en caso de inmoralidad sexual, la pone en peligro de cometer adulterio. Y el que se casa con una mujer separada también comete adulterio.


El texto de hoy nos dice de una manera dura, que la intención es lo que cuenta. Se deseamos hacer el mal, ya lo estamos haciendo, porque lo cometemos en nuestro corazón. Con imágenes muy duras, nos dice que debemos deshacernos del mal. Luchar por eliminarlo de nuestras vidas.

"Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo. Aquí el discurso de Jesús presenta una dureza inusitada. Claro que él mismo no aprobaría que decidiéramos seguir el mandato literalmente… Es, como muchas expresiones de Jesús que recogen los Evangelios, una “exageración retórica”. Pero el fondo es radical, es decir, va a la raíz, al interior del que brotan los deseos. Al fondo íntimo de la persona que Cristo vino a recrear, a restaurar, venciendo al pecado y a la muerte. En eso consiste llevar a cumplimiento la ley y los profetas hasta la última tilde. En creer que “Todo está cumplido” con Jesús en la cruz y que estamos renacidos desde el bautismo.
Quitad lo sobrenatural, y no os encontraréis con lo natural, sino con lo antinatural… La cita de  Chesterton es, entre otras posibles interpretaciones, una descripción sintética de lo que ocurre en la cultura occidental u occidentalizada, con la sexualidad. Es una consecuencia de la increencia, de esa suerte de ateísmo práctico en el que se mueven incluso muchos que se consideran o nos consideramos creyentes.
Siempre ha habido adulterio, prostitución y desviaciones variadas y siempre doctrina sólida de la Iglesia, quizá también algo excesiva en fijar límites en cuestiones poco sustanciales. Pero aquella doctrina estuvo bien valorada aún por los transgresores. Hoy el ambiente propicia romper todos los límites e incluso admirar y aplaudir a quienes los sobrepasan. En definitiva en creer una conquista de la libertad lo antinatural que nos degrada.
Cuidemos nuestro interior y “arranquemos” todo lo que nos induce a la caída, pidiendo la gracia para creer y ser consecuentes con la fe en Cristo, garantía de la victoria. «Porque lo que está bien, está bien y lo que está mal, está mal, y cuando uno no es un ignorante y sabe lo que se pesca, no tiene derecho a obrar mal», que dice Mark Twain en Las aventuras de Huckleberry Finn."
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda)

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