Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo preguntó a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos dicen que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que Jeremías o algún profeta.
– Y vosotros, ¿quién decís que soy? – les preguntó.
Simón Pedro le respondió:
– Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Entonces Jesús le dijo:
– Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque ningún hombre te ha revelado esto, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia; y el poder de la muerte no la vencerá. Te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en este mundo, también quedará atado en el cielo; y lo que desates en este mundo, también quedará desatado en el cielo.
"Se dice de Pedro y Pablo que son las columnas de la Iglesia. Y en la mente se nos crea la imagen de un templo, que posiblemente guarde una cierta similitud con la basílica de san Pedro de Roma. Una nave inmensa y una cúpula que sobresale por encima de todos los edificios circundantes. Damos por supuesto que los cimientos de semejante edificio son firmes y profundos. No permiten que los muros del edificio se muevan ni con el más fuerte de los terremotos. Y pensamos que así es la Iglesia.
Pero la verdad es que la imagen no es verdadera. La Iglesia es un edificio vivo. Y los creyentes somos los ladrillos que van dando forma a los muros. Los cimientos están también vivos. Es la fe vivida y hecha práctica de amor, de justicia, de Reino, a lo largo de la historia. Cimientos y muros han tenido muchas restauraciones a lo largo de los siglos. En algunos momentos daba la impresión de que el edificio se caía, que no iba a aguantar la siguiente tormenta. Los mismos cimientos han podido darnos la impresión de que eran débiles. De Pedro y Pablo, ellos incluidos naturalmente, en adelante ha habido mucha debilidad en la Iglesia, mucho pecado, mucha desorientación. A veces el Evangelio de Jesús se ha leído con muchos prejuicios. La Iglesia que se dice a sí misma que es experta en humanidad (Pablo VI) a veces se ha comportado de una forma cruel con los de fuera y con los de dentro.
Claro que también a lo largo de la historia ha habido muchos creyentes, muchos ladrillos, que han dado fuerza a las paredes, que han sido fieles al Espíritu de Jesús, que han abierto las puertas para que entrase el viento del Espíritu y barriese las inmundicias. Son los santos y santas, muchos más de los reconocidos oficialmente por la iglesia. El edificio se va manteniendo y ampliando.
Y ¿qué es lo que brilla en toda esta historia y hoy mismo? Pues la gracia de Dios, la fuerza de su Espíritu. La misma fuerza y gracia que animó a Pedro y a Pablo, a pesar de sus debilidades y limitaciones, a anunciar la buena nueva de la salvación para todos. Es un buen día para dar las gracias por esta historia hecha de amor y fidelidad, pero también de pecado y deslealtad. Porque en ella se ve con claridad que es la gracia de Dios la que mantiene en pie el edificio. Hasta que todos, hombres y mujeres, lleguen a conocer el amor con el que Dios nos ama."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
Pedra,Roca i argila i fangs. Gràcies Senyor.
ResponderEliminarEl Señor está siempre con nosotros,a pesar de nuestras miserias y dudas.
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