viernes, 16 de agosto de 2024

HOMBRE Y MUJER

 


Unos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron:
– ¿Le está permitido a uno separarse de su esposa por un motivo cualquiera?
Jesús les contestó:
– ¿No habéis leído en la Escritura que Dios, al principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo. Por lo tanto, no separe el hombre lo que Dios ha unido.
Ellos le preguntaron:
– ¿Por qué, pues, mandó Moisés entregar a la esposa un certificado de separación cuando se la despide?
Jesús les dijo:
– Precisamente por lo tercos que sois os permitió Moisés separaros de vuestras esposas; pero al principio no fue así. Yo os digo que el que se separa de su esposa, a no ser por motivo de inmoralidad sexual, y se casa con otra, comete adulterio.
Le dijeron sus discípulos:
– Si esta es la situación del hombre respecto de su mujer, más vale no casarse.
Jesús les contestó:
– No todos pueden comprender esto, sino únicamente aquellos a quienes Dios ha dado que lo comprendan. Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse. Algunos ya nacen incapacitados para el matrimonio; a otros los incapacitan los hombres, y otros viven como incapacitados por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.

El texto de hoy proclama algo importante: la igualdad entre hombre y mujer. En tiempos de Jesús la mujer no contaba. Ni siquiera podía declarar como testimonio en un juicio. Aquí Jesús dice que "no son dos sino uno". En nuestro tiempo seguimos considerando en muchos casos a la mujer como diferente, como menor, como dependiente del hombre. En la vida de Jesús encontramos muchos detalles, a parte de este texto, que nos indican lo contrario. Por ejemplo, Él se hacía acompañar por mujeres, cosa que ningún profeta hizo. Salvó a la adúltera de ser apedreada, mientras al adúltero no le pasaba nada. Se apareció en primer lugar a las mujeres en su resurrección y las envió a anunciarlo a sus apóstoles...

"Los fariseos intentan, como en otras ocasiones, poner a prueba a Jesús con una pregunta sobre el divorcio. Tal vez se tratara de discutir teóricamente sobre un tema doctrinal o alguno, a lo mejor, intentaba encontrar una excusa perfecta para salir de un mal matrimonio. La respuesta de Jesús es tajante: se trata de conocer el plan original de Dios. Hombre y mujer, creados a su imagen y semejanza están destinados a ser una sola carne. Es lo que está escrito: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”.

El Evangelio de hoy no explica si hubo comentario de los que hicieron la pregunta, pero si de los discípulos que se asustan de un dictamen tan exigente y estiman que mejor sería no casarse. Participaban de las costumbres y la cultura ambiental, claramente más ventajosas para el varón. Jesucristo viene a afirmar la igualdad esencial entre hombre y mujer. Y también a anunciar un camino, el matrimonio es una llamada de Dios pero no la única porque hay llamados a “ser eunucos por el reino de los cielos”. No todos estamos hechos para el matrimonio. Cada uno debe elegir según el don recibido. Cada elección implica renuncias y sacrificios pero también su propia belleza y alegría.
Este ideal no siempre ha sido alcanzado en plenitud por los cristianos. La condición humana, pecadora, está expuesta a la tentación y a la caida. Sin embargo en la sociedad dominaba la conciencia de lo que es virtuoso y digno.
Esa conciencia casi ha desaparecido en nuestra sociedad occidental desarrollada. Parece que lo digno de aplauso y admiración es la “liberación sexual” del siglo XX. Y entre muchos de los que nos creemos seguidores de Jesucristo lo que predomina no es una afirmación firme y atrevida de su Palabra sino más bien un silencio cobarde o una aceptación resignada porque “las cosas han cambiado”… Y hay que mimetizarse con el paisaje.
Al menos en nuestro camino de casados o célibes por el reino, que brille el esplendor de la vocación recibida y pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para elegir según el corazón de Cristo."
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda)

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