Os aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, seguirá siendo un solo grano; pero si muere, dará fruto abundante. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre le honrará.
Jesús nos dice hoy, que para dar fruto hay que morir. Esta afirmación, de entrada, nos parece dura y negativa. Pero lo que Jesús nos está diciendo es, que para vivir hay que entregarse. Que dar la vida a los demás y por los demás, es la auténtica Vida. En una sociedad en la que se busca el tener, el dominar, esto no se entiende. Pero si analizamos los problemas actuales, las guerras, la gente que malvive en la precariedad, es fácil darse cuenta, que la causa es el ansia de ser y tener más que los demás de unos cuantos.
Si realmente buscáramos el bien del otro, eliminar las diferencies, ayudar... no nos pelearíamos en guerras inhumanas ni acumularíamos en detrimento de los otros.
Jesús se entregó totalmente. Él es nuestro ejemplo. Él nos señala el verdadero camino para llegar al Padre. Nos indica cómo dar fruto, el verdadero fruto, el Amor.
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