miércoles, 16 de noviembre de 2022

ESPERAR ACTIVOS



 En aquel tiempo dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el Reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: "Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo".
Sus conciudadanos, que le aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey". Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez". El le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades". El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco". A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades". El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres un hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras". El le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses".
Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez". Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas". Os digo: "Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a esos enemigos míos que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia"". Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Aquel hombre que buscaba el título de rey no es precisamente un modelo. Pero en las parábolas, lo importante es la lección que transmiten; no los personajes. Y aquí Jesús quiere decir a sus discípulos, y es válido para nosotros, que la espera a su regreso no debe ser ociosa. Que tenemos que utilizar plenamente los talentos que Él nos ha dado. Por eso debemos preguntarnos cada día, si nuestra entrega es total. Si dedicamos realmente nuestra vida al bien de los demás.

""¿Cuál es el lugar más rico de la tierra?", preguntó el Gurú. Los discípulos nombraron varias ciudades de la tierra. El Gurú descartó todas sus respuestas y dijo: "El lugar más rico de la tierra es el cementerio. Allí yacen enterrados muchos ricos talentos y posibilidades nunca realizadas". ¡Qué verdad! Dios envía a cada niño con maravillosos potenciales; pero ¡cuántos de ellos se realizan! Permanecen sin realizar debido a muchas razones, aunque no todas son culpa del individuo. No damos a nuestros hijos fe en los talentos que Dios les ha dado; los tachamos de inadecuados por su nacimiento, clase, sexo, raza, color, etc. A veces les imponemos nuestros sueños incumplidos, expulsando los suyos propios. Supongo que al final del día, seremos responsables no sólo de no realizar los talentos que se nos han dado, sino también de no ayudar a los que nos rodean a convertirse en quienes están destinados a ser." (Ciudad Redonda)

martes, 15 de noviembre de 2022

IGLESIAS

Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: "Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen.
El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias."
Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver.
A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos.
Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga la que dice el Espíritu a las Iglesias.""


El evangelio de hoy es el de Zaqueo, que ya lo hemos comentado dos veces, no hace mucho. Por eso hoy comentamos la 1ª lectura,

"Una frase popular dicta: “No todo lo que brilla es oro”. Parece que el autor del Apocalipsis conocía esta máxima al interpelar a la comunidad de Laodicea diciendo: «Dices que eres rico, que tienes abundancia y no te falta nada; y no te das cuenta de que eres desgraciado, miserable y pobre, ciego y desnudo…» (Ap 2,17). Laodicea era rica al ser un centro comercial dentro del mar Egeo, pero su comunidad cristiana se había empobrecido y no en bienes materiales, sino en su práctica cristiana. Qué difícil construir una comunidad solidaria y protectora que tiende a la ostentación y las relaciones desiguales. El autor del Apocalipsis usa una ironía pedagógica. Invierte el sentido del término “riqueza” para desvestirlo de una dimensión material y darle un tono relacional y existencial. Si en la riqueza material “endiosada” encontramos la pobreza, ¿dónde está la riqueza? Jesús nos dirá que se encuentra en la solidaridad, la justicia, y el cuidado de la persona que sufre. ¡Trabaja por la riqueza del Reino de Dios! " (Koinonía)

lunes, 14 de noviembre de 2022

¿QUÉ HACEMOS POR LOS DEMÁS?



 En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" El dijo: "Señor, que vea otra vez". Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado". En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.


Los que más necesitaban ver, eran aquellos que regañaban al ciego. No veían su necesidad. Por eso nosotros, que nos pasa lo mismo, deberíamos pedir a Jesús la vista para ver las necesidades de los demás. Ayer fue el dia de la Pobreza. ¿Qué hacemos para erradicarla? ¿Qué hacemos por los demás?

"Seguramente alguna vez hemos encontrado en una camisa, brazalete o automóvil, la expresión “¿Qué haría Jesús?”. El evangelio responde dicha pregunta. El texto introduce a un hombre excluido, no sólo por su enfermedad –ciego de nacimiento– sino por el silenciamiento que enmudece su llamado de auxilio. Lucas narra que Jesús responde a su voz con tres gestos transformadores. Primero, escucha su clamor que pide solidaridad. Este hecho salvífico llama a abrir nuestro oído a las voces que piden ayuda en la vereda del camino. Luego, Jesús manda que acerquen al hombre, sacándolo de su marginalización. El hombre excluido es puesto en el centro, recordando que el proyecto gira en torno a la atención de las personas excluidas y silenciadas de la sociedad. Finalmente, Jesús le devuelve su dignidad humana al hablarle y preguntarle: “¿Qué quieres que haga por ti?”. El milagro aquí es la ternura y solidaridad de la escucha y el reconocimiento del Maestro. ¿Estamos listos/as para preguntar: ¿Qué quieres que haga por ti? " (Koinonía)

domingo, 13 de noviembre de 2022

LA CADUCIDAD DE LAS COSAS


 En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"
Él contesto: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."
Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."

Nos encontramos en el penúltimo domingo del año litúrgico, y los textos bíblicos nos hablan del “final de la historia”, del final de los tiempos, de juicio, de cosecha, de fuegos y hornos, de separar, de castigo y premio... 
       En tiempos no muy lejanos estos temas estaban muy presentes en las predicaciones, y se utilizaban relatos como los de hoy para amenazar, meter miedo y lanzar condenas contra esto y lo de más allá. Tal vez hoy nos hemos ido al otro extremo, y este tema se silencia, se evita. Entre las creencias de muchos cristianos han dejado de estar presentes palabras como Juicio Final, condena, salvación, infierno y hasta la resurrección de los muertos, que en algunos casos ha sido substituida por cosas tan exóticas y ajenas a nuestra fe como la reencarnación, la transmigración de las almas, la liberación del espíritu/karma o la “fusión con la energía natural”...  Y no faltan algunos grupos -sectas-, abordando a la gente, por lo general poco formada en cuestiones bíblicas y de fe, con “el fin del mundo”, que está ahí, a la vuelta de la esquina del año "X", y ven por todas partes signos de ese final amenazador y terrible...
Las lecturas de este domingo nos ofrecen algunas claves para situar este tema en su justo lugar.
            •  En primer lugar la del profeta Malaquías. Los israelitas de su tiempo se cuestionaban qué sentido tenían sus buenas acciones, de qué valía cumplir los mandamientos de Dios... cuando se daban cuenta de que a los malvados les iba muy bien en este mundo, y a los justos, a los buenos les rodeaban los sufrimientos y las dificultades,  y con frecuencia el fracaso más absoluto. Pregunta que es lógico formularse también hoy, pues el mal está muy presente en nuestro mundo, a pesar del esfuerzo a menudo inútil de «los buenos». 
      El profeta empieza asegurando que Dios es fiel y nunca abandona al que le teme y sirve... y anuncia que habrá un día, el Día de Yahveh, el día del Juicio, para colocar a cada uno en su sitio, de hacer el balance de la vida de cada cual, y hacer justicia a quienes han sido objeto de injusticias... Afirmar que Dios hará justicia no implica rechazar la afirmación de que “Dios es bueno”, que perdona siempre, y que quiere salvar a todos... Porque no podemos olvidar que el hombre ha sido creado con libertad, y en ella queda incluida la posibilidad de la autodestrucción, de la opción por el mal, de la traición a los hermanos, etc... ante lo cual a Dios no le queda otro remedio que asumirlo y sufrir sus consecuencias, porque al crearnos decidió respetar absolutamente nuestra libertad y responsabilidad personal.  
     En un mundo agrícola como el de aquel tiempo, fue lógico echar mano de imágenes del campo para explicar este hecho: la recolección, donde se aparta el grano de la paja, para quemar ésta y guardar aquélla. Tal vez hoy se habría hablado de arrojar a los contenedores para ser “reciclados”... La imagen es sólo una imagen, un símbolo.
         Pero anuncio del Juicio no se vivía con temor por parte del pueblo fiel: no era una amenaza para ellos, sino un acontecimiento que les llenaba de esperanza y de fuerza para su vivir de aquí. Ellos serían rodeados de luz, les envolvería la paz, disfrutarían del Banquete del Reino, verían a Dios cara a cara, etc: «a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra» (primera lectura).
            •  En tiempos de Jesús muchos daban por hecho que la llegada de ese Día anunciado por los profetas era inminente, y estaban a la espera de una intervención espectacular de Dios, que algunos aprovechaban para sus predicaciones amenazadoras y sus intereses personales (económicos y de todo tipo: como también hoy). Y Jesús aclara unas cuantas cosas que nos valen para todos los tiempos:
- Que vendrán muchos “en nombre de Dios”, o dándoselas de tener las «claves mágicas y secretas» de lo que los demás -normalmente ellos ya están a salvo- tenemos que hacer ante la difícil situación y la catástrofe que se avecina. Pueden ser economistas, organismo internacionales, políticos, incluso líderes religiosos... Pues no les deis ciegamente vuestro consentimiento, no os conforméis con la realidad, no agachéis la cabeza pensando que no hay nada que hacer, o que sólo cabe hacer lo que nos digan ellos...
- Cuando veáis (y las vemos hoy) guerras y revoluciones, terremotos, epidemias y hambre, espantos y grandes signos en el cielo... Cuando veáis que los mercados se tambalean, que el paro se dispara, que el número de personas en riesgo de exclusión crece, que faltan recursos naturales y económicos... ¡no tengáis pánico! Eso son cosas propias de nuestro mundo. Todos los sistemas e instituciones, y todas las seguridades, y todos los mecanismos económicos... son pasajeros, se terminan tarde o temprano, a veces con gran estrépito. La historia está plagada de ejemplos. Pero entonces: "Será la ocasión de que deis testimonio"...
- Y reorientando la preocupación de sus oyente en otra dirección, les avisa: A vosotros, a mis discípulos, a los que os toméis en serio mi mensaje, "os echarán mano, os perseguirán, os entregarán a los tribunales y a la cárcel y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por ser de los míos". Y os traicionarán incluso vuestros propios familiares, y matarán a algunos de vosotros, y os odiarán por mi nombre...
            Esto último sí que nos tiene que preocupar, pues nos afecta directamente. Es señal de que estamos en el buen camino. Jesús no puso paños calientes a su mensaje, ni disimuló su radicalidad. Y por eso afirma: ser de los míos os tiene que suponer dificultades. Y en esos casos nos toca ser testigos, demostrar en dónde tenemos puesta nuestra confianza, por qué valores y estilo de vida hemos optado... Jesús, con su anuncio del Evangelio fue dando claves para poder alumbrar un nuevo mundo:
- Hacer que las personas sean más importantes que las cosas
- Cuidar de la naturaleza como un don de Dios, contando con las próximas generaciones, y no sólo con nuestras necesidades egoístas. No seamos depredadores ni destructores de la misma.
- Aprender a vivir con menos... para que al menos podamos (todos) vivir. ¡Cuánto derroche de recursos!
- Que no falte la solidaridad entre todos los hombres, no sólo con los cercanos o los nuestros
- Poner las bases de la justicia, la verdad y la paz en las relaciones personales y sociales
- No «divinizar» ni absolutizar nada ni a nadie y exigir siempre responsabilidades a nuestros líderes políticos, económicos y religiosos
- No dejarnos vencer por la desesperanza y el catastrofismo. Y ser «perseverantes» y testigos en lo importante, en lo necesario, en lo innegociable
- Buscar lo que nos acerca, lo que nos hermana, lo que nos une y no lo que nos enfrenta
            •  Y aquí llega San Pablo con la segunda lectura : “Me he enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo”. Es decir: cuando vemos a nuestro lado hambres y guerras, gente que vive sola, niños sin familias, jóvenes atrapados por las drogas, manipulaciones, bulos y vulgaridad, cuando percibimos que tantos hombres hoy no conocen ni experimentan a Dios, cuando el consumo/individualismo/comodidad se han convertido en los nuevos ejes de nuestras sociedades occidentales, cuando falta poner tanto corazón y comprensión a nuestro lado, ¿tú qué haces? ¿Te has visto ya en dificultades por ser de los de Jesús? ¿Te has tomado en serio las Bienaventuranzas y el resto del Evangelio? ¿Te has encontrado problemas con los de tu propia familia por ir contracorriente? ¿Se te han presentado dificultades en tu trabajo por hacer las cosas “como Dios manda”? ¿O tal vez eres de los que andan “muy ocupados” en no hacer nada? ¿Nada? Nada que merezca la pena, nada que cuente en el Banco Interplanetario Celestial donde estamos llamados a tener «un tesoro» en palabras del mismo Jesús? Así salvaremos nuestras almas/vidas.
(Ciudad Redonda) Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

sábado, 12 de noviembre de 2022

LA TENACIDAD



En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara"". El Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?


Aquella viuda consigue justicia gracias a su tenacidad. Nuestra sociedad está llena de situaciones injustas. Debemos luchar con tenacidad para resolverlas. No debemos cansarnos de denunciar el mal, de defender al perseguido, al abandonado, al humillado...
 
"El grito de la viuda de Lucas encuentra eco en las mil gargantas vituperadas y oprimidas hoy. Aunque el relato es una triste ironía –un juez que es injusto es un sinsentido en sí mismo– desafortunadamente representa la realidad constante de muchas personas que viven día a día esperando que las autoridades ‘teman a Dios’, ‘respeten a las víctimas’, y por fin, hagan justicia. Este grito que denuncia la impunidad recorre hoy nuestro continente, esperando consuelo ante la muerte de Bertha Cáceres y Sergio Rojas, de los más de 500 líderes sociales y 170 firmantes del acuerdo de paz asesinados en Colombia, o de las víctimas del sistema racista estadounidense denunciado en la voz de ‘Las Vidas Negras Importan’. Como la viuda del texto, son las mujeres madres las que invocan a Dios y piden justicia, las de Ayotzinapa, la plaza de Mayo, o Soacha. ¡Gritemos aún más fuerte, hasta que retumben los oídos de Dios y de las autoridades, y se nos haga justicia! " (Koinonía)

viernes, 11 de noviembre de 2022

PREPARARSE AMANDO


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán, estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" El contestó: "Donde está el cadáver se reunirán los buitres".

El texto de hoy, por su carácter apocalíptico, puede engañarnos. No se trata de temer, sino todo lo contrario. De confiar en Jesús. Estar preparados significa, entregarnos, vivir amando.

""Estar preparados" es un tema que se repite en la liturgia de la palabra, cuando nos acercamos al final del año litúrgico. Jesús habla de lo repentino de la venida del Hijo del Hombre, ya sea colectivamente para un grupo o individualmente. La mejor manera de estar preparados es asegurarnos de que caminamos, a diario, según los mandamientos de Dios, como nos dice hoy Juan. ¿Cuál es el mandamiento? Que caminemos en el amor. Pero entonces, ¿qué es el amor? Hay tantas formas de amor que nos confunden. El amor en el que debemos crecer es el amor del que hablan las Escrituras: el amor a Dios y a nuestros hermanos; un amor que resulta cuando somos capaces de morir a nosotros mismos y hacer de la vida de los demás una prioridad; un amor hecho visible en Jesucristo." (Ciudad Redonda)

jueves, 10 de noviembre de 2022

EN EL INTERIOR

 

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de Dios, Jesús les contestó: "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el Reino de Dios está dentro de vosotros".
Dijo a sus discípulos: "Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y ni podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación".

Buscamos el Reino, buscando un camino que nos lleve a él. No nos damos cuenta de que el Reino está en nuestro interior. Está en el interior de cada uno. Es allí donde lo encontraremos. En nuestro interior en los momentos de meditación. En el interior de los demás, en nuestros momentos de entrega. Momentos de oración y momentos de acción. Buscarlo a Él en nuestro interior, para podernos entregar plenamente a los demás.

"El 31 de diciembre de 2016, en un encuentro interreligioso en Estados Unidos, Valerie Kaur, activista social, pronunció un poderoso discurso. Reflexionando sobre los tiempos difíciles que atravesaba Estados Unidos entonces, dijo: "La madre que hay en mí se pregunta: '¿Y si? ¿Y si esta oscuridad no es la oscuridad de la tumba, sino la oscuridad del útero? ¿Y si no somos un país muerto, sino un país que espera nacer? ¿Y si nuestra historia es la de un largo parto? ¿Y qué te dice la comadrona cuando estás de parto? 'Respirar y empujar'".
La oscuridad sobre el mundo no ha hecho más que empeorar desde entonces. Entonces, ¿qué debemos hacer? Debemos seguir respirando y empujando, para que nazca el bebé que está dentro de nosotros, el Reino. Si no respiramos, morimos; si no empujamos, el Reino muere dentro de nosotros." (Ciudad Redonda)