Muy a menudo nos encontramos con personas cumplidoras, serias, intachables y sin embrago...tristes y malhumoradas. Esto nos puede ocurrir cuando somos víctimas del resentimiento. Cuando el motivo profundo de nuestro actuar es la búsqueda de reconocimiento, de un premio. Nouwen, en su estupendo libro "El regreso del Hijo pródigo", asocia este comportamiento al del hijo mayor. No entiende el perdón del pedre, porque él no ha actuado por amor, sino para cumplir un deber, buscando el reconocimiento...no el amor de su padre. Es un resentido. Cree que no es correspondido, valorado, por su trabajo. Está lleno de resentimiento como Caín. Y el resentimiento es la ira congelada, reprimida, que paraliza y mata todo vestigio de amor. El hijo mayor lo tiene más difícil, que el calavera de su hermano, para regresar al abrazo del padre...El resentido no sabe perdonar, porque anda dándole vueltas a los mismos sentimientos, que no hacen sino corroerle las entrañas.
Estas personas resentidas llenan internet de ataques, amargura, condenas contra los demás. Estas personas transforman la Iglesia en una inquisición, las comunidades en un club de solterones y las familias en un infierno.
Reconocernos débiles; saber perdonar. No perder nunca de vista el Amor, es la única forma de lograr hacer de este mundo un mundo mejor...
Buena reflexión Joan...el resentimiento no sirve más que para amargar la vida del que lo siente...Como tú bien dices: "El resentido no sabe perdonar, porque anda dándole vueltas a los mismos sentimientos, que no hacen sino corroerle las entrañas". Y también..."Y el resentimiento es la ira congelada, reprimida, que paraliza y mata todo vestigio de amor". El saber perdonar, y sobre todo tener la humildad suficiente para pedir perdón a los demás, es la mejor forma de lograr un mundo mejor.Ahí está la base para lograr la armonía de todos los que vivimos en este mundo. Un abrazo Joan.
ResponderEliminarES verdad. Conozco familias que criaron a sus hijos sin amor y por ser de una posición económica cómoda, el reparto de regalos en Navidad tenía que ser equitativo. Casi iguales en tamaño, color y valor. El resultado de este combo: tanto tienes, tanto vales. Te doy si me das. Por eso el resentimiento que, como bien decís, transforman la Iglesia en una inquisición, las comunidades en un club de solterones y las familias en un infierno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Joan Josep.
Claudio
Hola Joan Josep:
ResponderEliminarJa ho sabem "De todo hay en la viña del Señor" y no se puede agradar a todos.
Pero en la blogosfera tambien hay personas llenas de luz y no tienen porque pensar todas del mismo modo, hemos de mirar mar adentro, asi nos enseña el librito.
Una abraçada, Montserrat
Hay emociones que son adictivas. Y resulta tremendamente complicado, para el adicto, salir de la inercia en la que se haya sometido.
ResponderEliminarUn Abrazo Joan.
El resentimiento, es el colesterol de las vivencoas, que taponan el libre circular del amor en todas las cosas que agamos:
ResponderEliminarEl fluir de la sonrisa abierta, y no forzada,como la mirada de un niño ,presto para aprender y lleno de esperanza.
Y ha los viejos nos quedan recuerdos, un pozo lleno de recuerdos: y si en algun pozo queda resentimiento, es el problema del individuo.
Una abraçada